Un estudio danés publicado en el ‘Journal of American College of Cardiology’ sugiere que los beneficios de correr son más provechosos si se hace de forma más moderada que intensa.
Para llegar a esta conclusión los investigadores analizaron la actividad física de 5048 participantes que fueron parte del Copenhagen City Heart Study. De esta manera, encontraron a 1098 corredores sanos y 413 personas sanas pero sedentarias, a quienes siguieron por 12 años.
Para determinar las características de su actividad, los investigadores obtuvieron información como el número de horas que corrían, frecuencia y ritmo de la carrera. Curiosamente se encontró que aquellos que corrían con más intensidad y durante más horas, eran más propensos a morir que los no corredores sedentarios, mientras que los corredores ‘ligeros’ tenían las tasas más bajas de muerte.
En ese sentido, correr entre 1 y 2 horas semanales se asociaba con una mortalidad más baja. De hecho, el estudio reportó que las tasas de mortalidad general más bajas se hayaron en aquellos que, además de correr menos horas, lo hacían a un ritmo moderado, mientras que los corredores más intensos tenían casi el mismo riesgo de mortalidad que los corredores no sedentarios.
Mortalidad
En total se registraron 28 muertes entre los corredores y 128 entre los no corredores sedentarios. En general, los corredores eran más jóvenes, tenían un índice de presión arterial y masa corporal más bajo, y una menor prevalencia de tabaquismo y la diabetes.
Para Peter Schnohr, director de la investigación, “es importante destacar que cuando se realiza desde hace décadas, este nivel de actividad podría plantear riesgos para la salud, especialmente para el sistema cardiovascular”.
Schnohr afirma que si el objetivo es disminuir el riesgo de muerte y mejorar la esperanza de vida, “correr un par de veces a la semana a un ritmo moderado es una buena estrategia. Cualquier otra cosa no es solo innecesaria, sino que puede ser perjudicial”.