El nombre es la firma que garantiza nuestra palabra. Y cuando olvidamos el nombre de alguien, lo pronunciamos mal o lo confundimos, pasamos por un momento muy incómodo.
No es ocioso, por lo tanto, pensar muy bien cuál será el nombre que daremos a un bebé. Esa simple palabrita que tenemos pocos meses para pensar y elegir es la primera propiedad que recibirá su hijito o hijita. Será su identidad para el resto de la vida, motivo de orgullo, disgusto o reconocimiento, todo dependerá si la elección fue acertada.
Diez consejos para elegir el nombre acertado
1. Hay quienes dicen que el nombre de una persona es como un talismán, capaz de modelar la suerte de quien lo lleva. Créase en esa conseja o no, siempre es interesante investigar el significado del nombre antes de la elección, así a la hora de las indecisiones, el significado puede servir para dar los votos a una u otra elección. Por ejemplo, Carolina significa “pequeña agricultora”. En otros casos, el nombre puede significar algo que usted aprecia mucho, como Leticia, cuyo origen en latín significa “alegría”.
2. La popularización de la numerología es responsable por la grafía sorprendente que muchos nombres tienen últimamente. Vocales y consonantes son agregadas para mejorar la suerte en el amor, las finanzas y la salud. Pero antes de transformar una Michele en Mychellee, piense en las dificultades que eso puede traerle a su hija en el futuro a la hora de aprender a escribir su nombre y verlo correctamente escrito en documentos.
3. Tampoco olvide lo anterior cuando quiera nombres en otros idiomas. En primer lugar es bueno que éste siga escrito de la misma forma que en su idioma original, tal y como sucede con Jessica, que suele ser cambiado por Yésica o Jésica según quien lo escuche y lo escribe. Igual mire bien cómo combina con el apellido, porque Jéssica Lleras puede ser cacofónico, o Zahara Aira, complicado para pronunciar por los niños.
4. El nombre puede sugerir el origen, contexto, cultural, época y hasta el lugar en el cual el bebé nació. David y Sara son pistas de ascendencia judía, o Alí, de ascendencia árabe. Otros nombres pueden recordar meses o lugares (Julio, América, Rosa,). En tales casos reflexione sobre las cargas de cada uno de esos nombres, y si usted quiere que si hijo las tenga a lo largo de su vida.
5. Cuidado con las trampas de los homenajes. Las sumas de nombres de padres y abuelos, de los favoritos de mamá con los irrenunciables de papá, pueden arrojar resultados extraños. Nos todas las Marayiras, Miroslavas, Elianores o Dinelias están conformes con la mezcla que les tocó en suerte. No haga la elección apenas por motivos personales e íntimos, sino pensando en primera instancia en el bienestar de su hijo.
6. Y si a homenaje se refiere, los artistas, atletas, líderes políticos y personajes de libros, novelas o películas son siempre una fuente de inspiración. Pero es necesario tener sentido común. Michael, Beyoncé o Shakira pueden terminar siendo un inconveniente para su hijo cuando éste quiera pasar desapercibido. Llamar a un niño “Fidel” o “Ernesto” en los años `60 o `70, traía aparejadas bromas permanentes para los niños; sería como llamarse “Barack” u “Osama” en los tiempos que corren. Además en la vida adulta sus hijos pueden estar en las antípodas ideológicas de los líderes que inspiraron a sus padres a ponerle el nombre.
7. Copiar los nombres de los padres, agregándole el sufijo “hijo” o “nieto” es una buena idea de continuidad y de homenaje a las pasadas y futuras generaciones familiares. Pero también puede inhibir la personalidad del niño. Para algunos chicos, cargar el nombre de un antepasado (y más aún si éste es célebre o ilustre) puede ser un gran peso. ¿No será mejor una identidad única?
8. Y cuando se trata de originalidad, ésta es bienvenida, pero sin exagerar. La línea que separa lo bonito de lo rebuscado es muy sutil cuando se trata de nombres inventados. Recuerde que el nombre tendrá que sobrevivir por décadas, es decir, que su hijo lo tendrá de aquí a cincuenta años. ¿Cómo será que Yusbelys, Darlina, Keyrrud, Georveth, Duman, Yesid o Kalayé sonarán en el futuro? Estudios hechos en Estados Unidos demuestran que los nombres muy exóticos son mal evaluados en las selecciones de empleo.
9. En nuestra cultura es usual usar diminutivos o endilgarle sobrenombres a las personas. Tome eso en cuenta también, porque si el nombre es muy grande, casi nunca será usado porque el diminutivo o el sobrenombre permanecerán. ¡Piense en todas esas posibilidades!
10. En el caso de doble nombre, opte por uno básico y otro más fuerte. María, Rocío o Luis combinan bien con casi cualquier otro. En cambio, Adriana Fiorella, Tatiana Dalila o Eduardo Facundo no suelen funcionar combinados, y uno de los dos nombres desaparece con el tiempo