La perfección no existe y Hatsune Miku tampoco. Pero da igual. Su triunfo sí es real, y eso es lo que cuenta. Es la cantante japonesa de más éxito en la actualidad y su música está en los puestos más altos de popularidad. Ha generado millones de dólares en ingresos. 2,3 millones de personas le siguen en Facebook.
Su imagen es ubicua por todo Japón, Lady Gaga la quiere de telonera y sus conciertos masivos llenan recintos desde Singapur hasta Los Angeles. No importa que solo sea un holograma unido a un programa de voz artificial. Hatsune Miku es perfecta, y se dispone a conquistar el mundo.
Sus ojos son grandes y redondos. Mide 1,58, y apenas pesa 43 kilos. Tiene 16 años, los mismos con que contaba al nacer el 31 de agosto de 2007, y que nunca cambiarán. Su horóscopo es Virgo, es larga de líneas, perfectamente formada, se viste con minifaldas imposiblemente cortas y botas imposiblemente largas. Lleva la melena azul turquesa larga, muy larga, pero se la recoge en dos coletas al estilo colegial. Su nombre significa “primer sonido del futuro”.
Nació como una aplicación de un programa de voz artificial, para que los usuarios crearan sus propias canciones. Para hacerla más atractiva entre los consumidores, su empresa creadora, Crypton Future Media (CFM) combinó es voz con una imagen, la de una chica de cómic “manga”. Fue un hit instantáneo.
Sus fans empezaron de inmediato a crear material para ella: ilustraciones, programas para coreografiar sus movimientos, diseños de ropa. Hoy cuenta con un repertorio de más de 100.000 canciones, centenares de miles de vídeos y todo tipo de productos. La página especializada SankeiBiz apuntaba que en sus primeros cinco años Miku generó unos ingresos de 120 millones de dólares.
Tras las canciones y los vídeos, el paso natural eran los conciertos. Convertida en holograma 3D, Hatsune Miku genera la misma pasión que cualquier cantante en el mercado adolescente. Y sus conciertos se cuentan por llenos.
De acuerdo con CFM, el que Hatsune Miku sea humana o no es irrelevante. Lo que atrae es, precisamente, que cualquiera puede reflejar sus deseos, aspiraciones o biografía en ella. Puede ser tan ingenua, o tan pícara, como uno quiera. Inteligente o cabeza hueca. Cariñosa o distante. Puede cantar “pop” u ópera. Y siempre estará disponible, nunca va a cancelar un concierto porque le duela la garganta, o porque el camarero del hotel le trajera la marca de agua equivocada.
“Pensamos que a los fans les gustó Hatsune Miku porque encontraron algo con lo que identificarse en cada uno de los trabajos de ella, no porque ´no sea humana´ o porque ´parezca humana´. No le atribuimos ningún rasgo biográfico, excepto edad, altura y peso. Por tanto, los usuarios crean trabajos en los que Miku puede ser lo que ellos quieran dentro de sus historias. Cada uno se inventa su propia Miku”, explica CFM en un correo electrónico.
El hecho es que Hatsune Miku se ha convertido en un auténtico fenómeno. Ha prestado su cara a campañas publicitarias de Toyota o Google. Su imagen está presente en todas partes en Japón, en el metro, en bollitos industriales, en decoraciones para móvil o para ordenador. Sus tonadas no pueden faltar en una sesión de karaoke que se precie.Y su éxito traspasa fronteras.
Lady Gaga la contrató este año como telonera para la primera parte de su gira Artpop. Miku ha ofrecido conciertos en solitario en Singapur y Los Angeles.
Centenares de personas ya han reservado sus boletos para muestras sobre ella en Estados Unidos. Recibe mensajes de cariño desde México o de Colombia. Y, con un ojo en el mercado internacional, ha empezado a cantar también en inglés.
Para una macroestrella del pop que no existe, el futuro se presenta rutilante. Sus canciones son un éxito, no envejecerá jamás sobre el escenario y millones en todo el mundo la adoran.