La exposición de pruebas durante el juicio a las niñas estadounidenses Morgan Geyser y Anissa Weier, de 12 y 13 años, a seis meses del intento de homicidio que protagonizaron, puso en tela de juicio el proceso que debían seguir las menores y los factores que influyeron en sus macabros actos.
Las niñas, que intentaron asesinar a su compañera de 12 años en nombre del ficticio Slenderman, enfrentan un juicio que podría encerrarlas por 65 años. Sin embargo, y aunque parezca difícil de creer, el caso de las “súbditas de Slenderman” no es un hecho aislado en la historia moderna.
A continuación, le presentamos tres historias de niños asesinos que por influencia externa o transtornos inexplicables se convirtieron en desalmados asesinos.
Robert Thompson y Jon Venables (1993).
“Solo entré por treinta segundos a la carnicería”, dijo la madre del pequeños James Bulger (2 años), en medio del llanto, luego de que fuera encontrado el cuerpo inerte de su hijo junto a las vías del tren.
El pequeño Bulger acompañó a su madre al centro comercial New Strand, en Merseyside, Inglaterra, el 12 de febrero de 1993.
En el mismo lugar se encontraban Robert Thompson y Jon Venables, dos ‘niños problema’ de 10 años. Los pequeños habían estado robando artículos en los negocios cercanos. Dulces, muñecos, pilas y un bote de pintura azul fueron hurtados por los niños.
En un momento, la madre de Bulger entró a una carnicería por treinta segundos, volteó y James ya no estaba.
Como luego lo probarían las cámaras de seguridad del establecimiento, Thompson y Venables lo secuestraron. Los captores caminaron junto a su víctima por cuatro kilómetros propinándole diversos golpes, entre puños y patadas.
Alrededor de 40 personas vieron a los tres niños mientras caminaban. Las pocas que decidieron acercarse desistieron al recibir respuestas como que el pequeño James era su hermano menor o un niño perdido al que llevaban a la comisaría.
Finalmente, Thompson y Venables llegaron hasta las vías del tren de la ciudad. Alejados de cualquier posible testigo comenzaron a golpear brutalmente al niño de 2 años, le arrojaron al ojo izquierdo la pintura que habían robado y llenaron su boca con las pilas también hurtadas.
Insatisfechos con ello, los menores dejaron caer ladrillos, piedras e incluso una barra de hierro sobre la cabeza de Bulger. Este último impacto sería la posible causa de muerte, algo que no pudo ser determinado por la policía forense debido a la enorme cantidad de lesiones que presentaba el menor.
Una vez muerto, Thompson y Venables colocaron el cuerpo del menor en uno de los carrilles del tren, cubierto por un pequeño monticulo de escombros. Dos días después, las autoridades encontraron el cuerpo de Bulger partido en dos: un tren le había pasado por encima.
Las cámaras de seguridad y diversos testigos permitieron que seís días después los asesinos fueran capturados. Un tribunal británico condenó a Thompson y Venables a ocho años de cárcel.
Luego de ser liberados, el Estado cambió la identidad de Venables y Thompson y un juez prohibió que fueran difundidas imágenes sobre los ahora jóvenes.
Según medios británicos, Venables habría sido encarcelado nuevamente en el 2010 por posesión y distribución de pornografía infantil. El sujeto fue liberado el 4 de julio del 2013.
Venables tuvo que cambiar de identidad hasta en cuatro ocasiones debido a que revelaba sus antiguos datos. El precio por cada una fue de 250.000 libras (US$386.142).
Natsumi Tsuji “Nevada-tan” (2004).
Era entusiasta en los deportes, sobre todo en el basquetball; una buena alumna, amaba las películas y la Internet y tenía un coeficiente que rozaba los 140 puntos.
Sin embargo, una película perturbó la mente de la pequeña Tsuji. “Batalla Real”, una cinta japonesa en la que un grupo de alumnos descarriados son enviados a una isla desierta para asesinarse entre ellos, caló muy dentro de la pequeña.
Poco después, tuvo una discusión con Satomi Mitarai, niña de 12 años que estudiaba con Tsuji, que llegó a las redes sociales. Mitarai ofendía a Tsuji por su aspecto físico, algo que provocó que la niña abandonara el basquetball y sus notas comenzaran a caer notablemente.
Luego de ello, Tsuji no fue normal. La ira controlaba su caracter llegando incluso a amenazar con un cuchillo a uno de sus compañeros de clase por una discusión.
El primero de junio del 2004, la clase de Tsuji posó en el patio de su colegio para una foto grupal. En ella se puede apreciar a Tsuji cerca de Mitarai, sería la última foto de una de ellas.
Esta imagen fue el origen del alias ‘Nevada-tan’. La polera que llevaba Tsuji tenía la inscripción Nevada y el sufijo -tan hace referencia a niño o pequeño en japonés. El apodo fue utilizado debido a una ley en ese país que prohibe difundir el nombre de un menor en los medios, así haya cometido un crimen.
Luego de la foto, ambas niñas fueron a una sala vacía. Tsuji vendó los ojos de Mitarai como parte de un juego. Acto seguido, la menor tomó un cutter y degolló a su compañera. Mitarai murió desangrada.
Sin embargo, lo que más sorprendería a todos sería la normalidad con la que Tsuji regresó a su salón cubierta en sangre, entró y se sentó en su lugar habitual. El maestro de la niña fue quien encontró a Mitarama. Tsuji fue a parar a un reformatorio. Y a la mayoria de edad pasó a una prisión.
Jordan Brown (2009).
Su padre era la principal figura referencial del pequeño Jordan Brown (tenía 11 años en el 2009), sobre todo después que Milded Krause, su madre, lo abandonara.
Poco después Jordan vio cómo su familia se amplió con la llegada de Kenzie Marie Houk, de 26 años, la nueva pareja de su padre.
Houk había llegado junto a sus dos hijas, de 4 y 7 años.
A mediados del 2008 la familia se mudó a una granja de Wampun, Pensilvania. Kenzie había quedado embarazada y necesitaban un lugar más grande para vivir.
La nueva pareja del padre de Jordan, consciente del caracter del pequeño e imaginando el trauma que debió experimentar con el abandono de su madre, decidió incluir a Jordan en todas las actividades que podía.
Un día, un familiar de Kenzie llevó a las niñas a pasear en su motocicleta. Al regresar, Kenzie exigió que Jordan tambien pasee con él. Una vez que regresaron, el familiar de la mujer le confesó su sorpresa al ver que Jordan no se emocionaba.
Para Navidad de ese año otro hecho comenzó a dibujar el fatidico camino. El padre de Jordan le obsequió un rifle calibre 20 para que lo acompañara a practicar tiro al blanco, algo muy acostumbrado en la zona.
Un detalle que pasó desapercibido por casi todos, excepto por el familiar que paseó a Jordan en su motocicleta, fue que el pequeño parecía solo emocionarse cuando empuñaba un arma y la disparaba. Más allá de eso ningún indicio hacía sospechar sobre Jordan.
El 20 de febrero del 2009, Jordan despertó temprano, alistó lo necesario para ir a la escuela, tomó su escopeta y se dirigió al cuarto de sus padres. Kenzie estaba durmiendo, llevaba ocho meses de gestación.
Jordan acercó el rifle a la cabeza de Kenzie y le disparó. Recogió los cartuchos, los enterró en un bosque cercano, regresó a su casa para recoger sus cosas y se fue a la escuela.
La hija mayor de Kenzie fue quien encontró el cadaver de su madre. El padre de Jordan contactó con la policía y arrestaron al menor.
Luego de algunos horas en interrogatorio, Brown confesó el crimen sin mostrar arrepentimiento. El móvil del crimen nunca fue aclarado.
Jordan fue procesado como un adulto debido a la premeditación con la que cometió el asesinato, medida que sería revocada tiempo después porque manifestantes y organismos de derechos humanos exigieron que fuera juzgado como un menor.
Debido a esto último, Brown fue recluido en un centro de rehabilitación en el cual permanecerá hasta el 2018, año en el que cumplirá 21.