«Es una opinión muy extendida que las personas pueden percibir los cambios directamente con la mente, sin la ayuda de los sentidos físicos: la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto. Nosotros hemos demostrado que, aunque es cierto que los humanos son conscientes de la existencia de cambios que no han podido identificar visualmente, esta capacidad no se debe a una percepción extrasensoria, es decir, al llamado ‘sexto sentido'», insiste Piers Howe, el autor principal del estudio publicado en la revista ‘PLOS ONE’.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores mostraron a diez voluntarios dos fotos de la misma cara femenina sobre un fondo negro. A cada participante se le mostraban las dos imágenes durante 1,5 segundos cada una, con un intervalo de 1 segundo entre muestra y muestra. Acto seguido, los psicólogos preguntaban a los voluntarios si en la segunda foto habían notado alguna diferencia respecto a la primera. Si la respuesta era afirmativa, les pedían que especificaran de qué cambio se trataba. Los casos en los que los participantes decían que habían notado un cambio pero no podían identificarlo recibieron el nombre de ‘pruebas solo de sentidos’. Los voluntarios fueron sometidos a un total de 140 pruebas, algunas de las cuales eran ‘pruebas trampa’ en las que entre las dos imágenes no había diferencia alguna.
El experimento mostró que si la diferencia entre las dos fotos no afectaba las ‘estadísticas de escena’, por ejemplo cambiando la proporción de rojo o verde en la imagen, los participantes siempre podían decir qué cambios habían tenido lugar. Pero en los casos en los que las ‘estadísticas de escena’ sí se habían alterado, los voluntarios afirmaban que habían notado cambios, pero no podían especificar cuáles. «Por ejemplo, si el pelo de la mujer de la foto cambiaba de castaño a rojo, el participante podía percibirlo subconscientemente como un aumento global del rojo, pero lo atribuía erróneamente al cambio del color de los labios de la mujer», detalla Howe.
El psicólogo concluye que de este modo su investigación demuestra que los humanos son capaces de detectar cambios aunque no puedan identificarlos. Atribuye esta capacidad al hecho de que el cerebro recibe una gran cantidad de estadísticas visuales: percibe la existencia de un cambio, pero está demasiado ‘cargado’ para poder procesar la información y concretar la naturaleza de este cambio. Insiste en que nada de esto está relacionado con el llamado ‘sexto sentido’.