¿Por qué no adelgazo? Hábitos que perjudican la dieta

¿Por qué no adelgazo? Hábitos que perjudican la dieta

Vives contando calorías, probando remedios milagrosos y dietas prodigiosas, pero los resultados en la balanza son casi nulos.

Eso si eres constante y no desistes directamente de la dieta, pues es muy probable que no seas capaz de llevarla a cabo por mucho tiempo: un estudio del Reino Unido muestra que dos de cada cinco personas que hacen dieta regularmente desisten en los primeros siete días.

Además, apenas 20% de estas consiguen seguir firmes hasta el tercer mes. Incluso muchos de los que recurren al gimnasio para perder peso, no consiguen mantener la rutina a largo plazo.

Y es que puedes estar cometiendo algunos errores y saboteando tu propia dieta. Varios estudios publicados en Health.com y The Huffington Post trataron de encontrar las claves de por qué a algunas personas les cuesta tanto adelgazar, muchas de las cuales te presentamos a continuación.

Además, TERRA habló con la especialista en dieta y nutrición Cynthia Sas, que concluye que lo importante es identificar las trampas y identificar las estrategias para perder peso de forma sostenible.

Placer y mentalidad

La mayoría de las personas asocia la palabra dieta con privación y sacrificio. Pensar en términos de “dieta” tiene una negativa carga psicológica que puede poner en peligro su continuidad. Así, lo peor es forzar sacrificios extremos que nunca serán sostenidos en el tiempo.

La solución centrarse en pensamientos positivos gratificantes: no pensar en lo que te pierdes, sino en lo bien que te verás y sentirás al estar más en forma o en lo bien que te sentará ese vestido que nunca te atreviste a comparte, por ejemplo.

Lo realmente eficiente es hacer cambios, por simples que sean, en la manera en que te alimentas para toda la vida. Para ello se podrán limitar cantidades y ciertos alimentos, pero en general nuestra nueva manera de comer debe ser lo más variada y placentera posible. Comer ligero y sano no significa comer sin gracia ni sabor.

Por último, es importante poder darse unos caprichos de vez en cuando. El hecho de no encontrar una manera de cometer pequeños “pecados” es la principal razón por la que las personas acaban engordando y adelgazando, en el eterno efecto acordeón.

Y ojo con la presión social: comentarios como “si no te hace falta adelgazar” o “con lo flaca que estás” son escuchados con frecuencia. Está bien que escuches la opinión ajena y sobre todo la de tu médico, pero habiendo hecho esto, si te has propuesto adelgazar, permanece firme, porque valdrá la pena.

Dietas drasticas y hambre

Relacionado a lo anterior, un error común es embarcarse en dietas drásticas, no solo por lo que ya hemos dicho, sino porque estas pueden ser contraproducentes, desencadenando un “efecto rebote”.

Podemos llamarlo ” la rebelión del cuerpo”, o los efectos con los que el cuerpo “lucha” contra el sufrimiento que le estás causando: cambios de humor, dolores de cabeza, fatiga física y mental, irritabilidad, problemas digestivos y confusión mental son señales que que debes replantearte tus hábitos.

Esto puede ocurrir con dietas como las basadas en líquidos, que pueden hacerte perder peso (sobre todo líquidos) que recuperarás en cuanto vuelvas a comer normalmente.

Otras son las dietas “Sin gluten”, “sin hidratos”, “solo proteínas”… no solo no ayuda a delgazar, sino que sugún los expertos, las personas que siguen estas dietas extremas tienen más riesgo de sufrir desórdenes alimenticios.

Y cuidado con pasar hambre: no solo no es necesario, sino que puede indicar que tu dieta no está balanceada, lo que a su vez puede hacer que tu cuerpo conserve más energía y dificulte la pérdida de peso.

¿La solución? no exageres contando calorías: calcula más o menos las que consumes diariamente y reduce razonablemente ese número. Sin excesos, pero a largo plazo.

Un truco es incluir por ejemplo queso y frutos secos a las ensaladas, lo que ayuda al cuerpo a reducir los niveles de ghrelina, la hormona del hambre. Al ingerirlos el metabolismo recibe una señal para desacelerar. Alimentos saludables y sabrosos como un tazón de sopa y pan integral también son recomendados.

Metabolismo

Otro de los errores clásicos son los que acaban desacelerando o alterando el metabolismo. Ya hemos explicado que uno de ellos es pasar hambre, lo que puede tener un “efecto rebote”.

Pues bien, otros, como el sedentarismo, el dormir poco o el saltarse el desayuno tienen el mismo -o peor- efecto.

No desayunar es perjudicial para el metabolismo, el desempeño intelectual y favorece los atracones a deshora. Diversos estudios muestran que quienes se saltan el desayuno engordan más y son más propensos a tener diabetes o el colesterol alto. Por otro lado, como informó The American Journal of Clinical Nutrition, las mujeres que duermen menos de cuatro horas por noche, comen 300 calorías y 21 gramos más de grasa al día siguiente.

¿Pasas horas sentado en el trabajo? Según un estudio realizado en la Universidad de Missouri-Columbia, en Estados Unidos, pasar gran parte del día sentado puede hacer su cuerpo dejan de producir lipasa, una sustancia que inhibe la deposición de grasa.

La solución es levantarse siempre que uno pueda y hacer ejercicios de estiramiento (vale bajar las escaleras, pasear un poco, etc). Según la investigación publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, eso acelera 13% el metabolismo

Compulsión

Otro de los errores del siglo XXI es estableces una relación de dependencia con la comida. Incluso aunque no se tenga un desorden serio de alimentación como la bulimia, es cierto que una persona puede verse tentada a arrojarse sobre la comida por compulsión y ansiedad, más que por hambre.

Es cierto que desde niños celebramos fechas importantes con comida, pero debemos evitar utilizarla como una gratificación que llene otros aspectos de nuestras vidas.

Síntoma de que hay un problema pueden ser la secuencia comer-sentimiento de culpa y la excesiva preocupación con hacer ejercicio para quemar las calorías consumidas.

De hecho el ejercicio puede ser una solución pues nos libera de la ansiedad y nos llena de endorfinas, pero debe ser parte de una vida saludable y placentera, no una purga.

Por último, una curiosidad: pagar con tarjeta puede favorecer la compulsión. Un estudio publicado en el Journal of Consumer Research sugiere que la gente que paga sus alimentos con dinero come menos.

Mitos y leyendas

Por último, cuidado con los “falsos amigos”: aquello etiquetado como sin grasa, sin gluten o sin azúcar no tiene por qué ser más sano y puede ser perjudicial.

Por un lado, los edulcorantes engañan al cuerpo, dicen los expertos. Esto afecta a la producción de insulina y a la quema de grasas.

También es peligroso optar por el “bajo en grasas”: estas versiones de alimentos procesados suelen tener más azúcares para compensar, e incluso más calorías. Varios estudos aseguran también que estos productos “engañan” al cuerpo y hacen comer más.