La pobreza ha disminuido en el Perú, pero no ha ocurrido lo mismo con la inseguridad ciudadana. La tasa de robos en el país pasó de 167 en 2009 a 192 en 2010,mientras que el coeficiente Gini —que mide la desigualdad de los ingresos dentro de un país— disminuyó de 49 a 48 en esos años, según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentado hoy.
Cabe indicar que la tasa de robo por cada 100,000 habitantes en Perú llegó en 2011 a 217, un incremento de 54 puntos respecto a 2005.
“A pesar de que en la mayoría de los países de la región hubo una disminución de la desigualdad, favorecida por el vigoroso crecimiento económico, por los programas de transferencias condicionadas y por la inversión social del Estado, esa mejora en la distribución del ingreso —medida a través del coeficiente Gini— no necesariamente se ha reflejado en una disminución del delito y la violencia”, señala el PNUD en el informe Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina.
Además de Perú, la tasa de robos también aumentó en México, Brasil, Panamá y Chile.
De otro lado, de acuerdo al documento presentado en Nueva York por Naciones Unidas, la victimización en nuestro país se ubica en 32% en el área urbana, al igual que en Bolivia, el porcentaje más alto alcanzado a nivel regional.
AUMENTAN HOMICIDIOS
América Latina es la única región del mundo donde los homicidios se incrementaron entre 2000 y 2010, con once países con tasas consideradas como “epidemia” por la OMS y un millón de víctimas de violencia criminal en una década.
“Entre 2000 y 2010 la tasa de homicidios de la región creció 11%, mientras que en la mayoría de las regiones del mundo descendió o se estabilizó. En una década han muerto más de un millón de personas en Latinoamérica y el Caribe por causa de la violencia criminal”, sostiene el informe.
“En la última década, América Latina ha sido el escenario de dos grandes expansiones: la económica y la delictiva”, resume el estudio de 285 páginas y que ofrece una visión regional de la seguridad ciudadana para 18 países, desde México hasta Argentina, sumando a República Dominicana.
Según los datos recabados, once países (Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Venezuela) presentan un “alto nivel” de homicidios, con tasas superiores a 10 por cada 100,000 habitantes.
Esta cifra es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un nivel de “epidemia”. Por debajo de él se encuentran los otros siete países analizados:Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Nicaragua, Perú y Uruguay.
El país con la tasa de homicidio más baja es Chile con 2 por cada 100,000 habitantes. Honduras encabeza la lista con 77.5, mientras que México registra 23.8 y Brasil 15.5.
SENSACIÓN DE INSEGURIDAD
La mitad de los latinoamericanos consultados creen que la seguridad en su país se ha deteriorado, resaltó la titular del PNUD, Helen Clark, en Nueva York.
Según una encuesta mundial de Gallup, solo un 43.44% de los latinoamericanos respondieron que se sentían seguros al caminar solos de noche por la ciudad o el área que habitan, menos que en África Subsahariana (55.3%), Europa y Asia Central (53%), los países árabes (62.9%), y el sur de Asia (66.9%).
El estudio critica en particular los “grandes déficits de capacidades en materia de justicia y seguridad”, que se reflejan en “índices de impunidad alarmantes, la crisis que atraviesan sus sistemas carcelarios y en la desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones de justicia y Policía”.
Frente a esta situación, el PNUD reconoce que no existe una solución mágica “para hacer frente a los retos de la seguridad ciudadana en América Latina”, aunque afirma de manera tajante que “es imprescindible reconocer el fracaso de las políticas de mano dura que han sido adoptadas en la región y dejarlas de lado”.
En ese sentido, se recomienda hacer uso de las “experiencias y lecciones aprendidas”, por ejemplo la “mejora de la actuación policial a partir de su división por cuadrantes y el trabajo cercano con las comunidades”, o la “adopción de nuevas tecnologías para ubicar puntos neurálgicos del crimen y enfocar los esfuerzos de prevención”.