Ayer, Andrés Finora B. Medina Mosquera cumplió un año, pero no tiene un DNI que le permita acceder a servicios oficiales, como salud.
Su padre, Rubén Medida, un indígena del pueblo murui, se negó a cambiar el nombre de su pequeño tal como se lo sugirió la registradora del hospital donde nació Finora, que en su lengua significa el hacedor.
Este simple trámite que muchos padres realizan sin problema cuando nace un bebe para Rubén se convirtió en una odisea por querer que se respete una letra del alfabeto de su lengua –la murui– que tiene una grafía que no está en el sistema informático: la i.
“Yo he luchado durante años para revalorizar la lengua de mi pueblo. Somos menos de 200 los indígenas que sobrevivimos en la actualidad y vivimos en dos localidades de Loreto. La mayoría de los murui fue diezmada durante la época del caucho. Mis ancestros fueron los habitantes originarios de la zona del Putumayo y ellos fueron semiesclavos solo para explotar el ‘oro blanco’”, recuerda Rubén.
La propia madre de Rubén no pudo inscribirlo con un nombre indígena porque cuando nació, hace 29 años, todavía no estaba reconocida la lengua murui. Luego de una larga lucha de personas como Rubén –un reconocido dirigente indígena–, el 9 de abril del año pasado este alfabeto indígena fue reconocido por el Ministerio de Educación y por ende debe ser usado por todas las instituciones del Estado.
Un problema informático
El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) descarta que la imposibilidad de registrar al pequeño Andrés Finora sea un acto discriminatorio.
“La registradora sencillamente no pudo encontrar en la computadora la letra que se requiere para escribir el nombre”, asegura Guillermo Nugent, director de la Escuela Registral del Reniec. El funcionario asegura que ya dio la orden al área informática de la institución y en los próximos días Rubén podrá inscribir a su hijo con el nombre que él solicita.
“Nuestra institución ha avanzado en la adopción de nombres indígenas [sus registradores están capacitados en awajun y quechua]. El conservar los nombres y la gramática de las lenguas originarias logrará que estas perduren a través del tiempo a pesar de que sus hablantes sean unas pocas personas”, aseguró Nugent.
Daniel Sánchez, de la Defensoría del Pueblo, aseguró que inscribir al pequeño Finora con su nombre indígena es respetar su derecho a la identidad.