Tuvo lugar una «relación amorosa», consideraron los jueces en referencia a la trama que se prolongó varios meses y en junio de 2011 llevó a una misma cama a la niña, que en aquel entonces tenía once años, y el trabajador social que trabajaba con su familia, Pietro Lamberti, de 60 años.
El tribunal desestimó tanto los veredictos anteriores como las insistencias de la Fiscalía y los policías que declararon en el proceso como testigos. Estos habían sorprendido al trabajador social y a la menor en una casa situada a orilla del mar.
La motivación del fallo es la siguiente: ante todo, la primera instancia no prestó atención al consentimiento de la menor a tener relaciones sexuales con el acusado, que la supuesta víctima había manifestado a través de una serie de mensajes, y esta es una circunstancia atenuante. Segundo, la niña había crecido en una familia desfavorecida. Finalmente, el hombre y la menor «compartían un auténtico vínculo emocional amoroso que podría justificar la unión carnal entre los dos».
Según destaca la prensa italiana, los jueces estimaron los intentos de resistir al deseo sexual que presentaba la niña por parte del acusado. Del largo intercambio de mensajes, los jueces citaron la advertencia del hombre: «No me llames el sábado y el domingo porque estoy con la familia». Y ella obedeció, reseña el veredicto.
Los medios de comunicación locales destacan que en la práctica judicial italiana la tercera instancia muy a menudo dicta sentencias que sorprenden e incluso estremecen a la sociedad. Pero este caso de exoneración completa de todos los cargos vinculados con la pederastia es insólito incluso para Italia.
Después de un año y medio en bajo custodia, Lamberti ha salido ya de la cárcel.