Irán culpaba ayer a Francia por no haber podido alcanzar un acuerdo nuclear en Ginebra. La desilusión era perceptible desde el Twitter del líder de la Revolución hasta las conversaciones de la calle. Incluso el presidente Hasan Rohaní dejó entrever su malestar cuando en una intervención ante el Parlamento advirtió de que su país no va a rendirse ante las grandes potencias a causa de las sanciones. El artífice de la apertura diplomática hacia Occidente reiteró que el derecho de su país al programa nuclear es una “línea roja” y que “no cederá ante las amenazas”, un mensaje tanto dirigido a los interlocutores de Irán como a los duros del régimen que desconfían de su proceder.
No obstante, EE UU y Reino Unido hablan de “importantes avances” y se muestran convencidos de que puede lograrse un entendimiento antes de que acabe el año. Los negociadores iraníes y de las seis grandes potencias volverán a reunirse el día 20.
“Existía una posibilidad de alcanzar un acuerdo con la mayoría del 5+1, pero se necesitaba el consentimiento de todos y como ustedes habrán oído… una de las delegaciones tenía problemas”, explica el jefe negociador iraní y ministro de Exteriores, Mohamed Javad Zarif, en su página de Facebook, en referencia a las objeciones del ministro francés, Laurent Fabius.
De hecho, por primera vez desde el descubrimiento del programa nuclear secreto de Teherán en 2002, se ha estado a punto de lograr un compromiso para ponerle límites que garanticen que no esconde objetivos militares. Incluso se discutía un borrador, pero Francia (que junto a Reino Unido, EE UU, Rusia, China y Alemania negocia con Irán) objetó que no evitaba el riesgo de fabricación de una bomba atómica.
Sin mencionar a Francia por su nombre, a Rohaní se le intuía ayer contrariado por la falta de avance cuando mencionó ante Parlamento que “al menos la opinión pública se convencerá de que Irán no es cabezota y no busca dotarse de armas de destrucción masiva”.
“Francia echa a perder el acuerdo nuclear”, titulaba el Tehran Times reflejando la desilusión por el súbito anticlímax. Los iraníes esperaban ansiosos el anuncio de un entendimiento que redujera las sanciones y aliviara la difícil situación económica. Medio en broma medio en serio, en la calle algunos proponían boicotear las baguettes de pan como protesta.
Pero el malestar llegaba hasta la cúspide. “Los funcionarios franceses han sido abiertamente hostiles hacia la nación iraní en los últimos años; este es un paso imprudente e inepto”, afirmaba, en aparente alusión a las pegas de Fabius, la cuenta Twitter atribuida al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jameneí.
Sin embargo, el secretario de Estado norteamericano minimizó la existencia de fisuras entre los negociadores occidentales al concluir las conversaciones en la madrugada del domingo.
“No tengo ninguna duda de que estamos más próximos ahora al irnos de Ginebra que cuando llegamos, y con buen trabajo y buena fe en el curso de las próximas semanas, podemos, de hecho, lograr nuestro objetivo”, declaró Kerry.
En el mismo sentido se manifestó el secretario del Foreign Office británico, William Hague, quien aseguró que aunque persistían “algunas diferencias” entre Irán y las seis potencias, “se ha avanzado mucho”.
“Hay un acuerdo sobre la mesa y puede conseguirse, pero se trata de una negociación extremadamente difícil”, declaró Hague a la BBC. “No puedo decir con exactitud cuándo se va a concluir… nuestros negociadores van a seguir intentándolo”.
El jefe negociador iraní evitó criticar directamente a Fabius. Al ser preguntado por su influencia en que no se concretara el acuerdo, dijo que era de esperar que surgieran diferencias en esta etapa de las negociaciones.
“Todos estamos en la misma longitud de onda y eso es importante y nos da ímpetu para avanzar cuando volvamos a reunirnos la próxima vez”, manifestó Zarif citado por Reuters, a la salida de su última reunión con Kerry y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, ya de madrugada.