La huelga de hambre en las cárceles de California (EE.UU.) iniciada por 30.000 presos contra las condiciones del régimen de aislamiento mantiene, más de un mes después, a cerca de 350 reos en una lucha que las autoridades ven como un intento de reducir el control sobre las pandillas.
La protesta comenzó el 8 de julio en solidaridad con los reos de la Prisión Estatal Pelican Bay, en el norte de California, que, en algunos casos, han pasado décadas encerrados en celdas de máxima seguridad, sin ventanas y con breves periodos para hacer ejercicio en un patio con altos muros, de forma que jamás ven la luz del día.
La portavoz del Departamento de Prisiones y Rehabilitación de California (CDCR), Terry Thornton, dijo a Efe que la huelga de hambre se mantiene en al menos siete prisiones y que 349 reos actualmente siguen la protesta, 193 de ellos desde el 8 de julio.
Se considera que un preso se encuentra en huelga de hambre cuando ha decidido no ingerir nueve comidas consecutivas.
A pesar de los rumores, Thornton descartó que se haya producido muerte alguna entre los presos como consecuencia directa de la protesta.
Actualmente hay 4.500 reos en régimen de aislamiento en cuatro cárceles de California: Pelican Bay, Corcoran, Folsom y Tehachapi.
Las autoridades confinan en la Unidad de Alojamiento de Seguridad (SHU) a los convictos más peligrosos. Una de las demandas de los reos es que se limite la estancia en la SHU a cinco años.
Consideran, asimismo, que están viviendo en condiciones inhumanas, lo que ha provocado protestas por parte de Amnistía Internacional y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos.
De hecho, el Tribunal Supremo de EE.UU. ha ordenado al estado de California reducir su exceso de población reclusa en cerca de 10.000 personas antes de fin de año para evitar hacinamiento, lo que podría provocar la puesta en libertad de presos condenados por graves crímenes.
California alberga actualmente a unos 130.000 reos en sus 33 cárceles.
Aunque no se ha permitido el acceso a los presos, algunos medios han conseguido comunicarse con algunos de ellos para aclarar su postura en la protesta.
En los textos publicados por The Guardian y The San Francisco Bay View aseguran que una condición clave para pasar a las celdas normales es «informar» sobre las actividades delictivas de otros reos, y que pretenden mantener la huelga de hambre hasta que se mejoren las condiciones en las que viven.
«Cada minuto ha sido una tortura para mi mente y mi cuerpo», afirmó Todd Ashker, a quien se le ha impedido cualquier contacto humano durante los últimos 27 años.
El secretario del Departamento de Correccionales de California, Jeffrey Beard, ha indicado que la huelga de hambre es una estrategia por parte de bandas violentas para aumentar su capacidad operativa dentro del sistema penitenciario estatal.
Para demostrarlo, su departamento ha presentado las declaraciones de Bryan Elrod y J. Zubiate, a las que ha tenido acceso Efe, dos miembros de bandas que aseguran haber participado en anteriores huelgas de hambre por orden de sus líderes.
«Entiendo que fueron la Hermandad Aria y la Familia Guerrilla Negra quienes organizaron las huelgas», afirmó Zubiate.
También han hecho públicas dos acusaciones federales contra cabecillas de la Mafia Mexicana.
Esta formulación de cargos identifica a Arturo «Tablas» Castellanos, uno de los cuatro principales líderes de la protesta en la cárcel de Pelican Bay, quien estaría al frente de actividades de extorsión y venta de drogas en la prisión.
Castellanos es uno de los presos que se mantiene en huelga de hambre. También se identifica a su supuesta mano derecha, Leonel «Wizard» Laredo.
Tras las huelgas de hambre de 2011, el estado relajó las normas al respecto. Más de la mitad de los reos en régimen de aislamiento cuyos casos fueron revisados por las autoridades han visto mejoradas sus condiciones desde el pasado mes de octubre, sostienen las autoridades de California.
Sin embargo, Beard considera que esta huelga de hambre sólo entorpece esa medida, detenida momentáneamente mientras se mantiene la protesta.
«Los presos que lideran esta situación son los líderes de cuatro de las bandas más violentas e influyentes de California. Los asesinos no deberían ser glorificados. Esta huelga de hambre es peligrosa, perturbadora y necesita acabar», indicó en un editorial publicado por el diario Los Angeles Times.