Estados Unidos debe ayudar a resolver la inseguridad en México con todos sus recursos, incluso con las Fuerzas Especiales y los Infantes de Marina, propuso un blog del “Instituto Naval” de la Armada estadunidense.
México “necesita capacidad para destruir sofisticadas organizaciones criminales internacionales. Las agencias militares, de inteligencia y policía federal estadunidenses deben ampliar su respaldo a las fuerzas policiales y militares mexicanas”, subrayó el especialista Robert Kozloski, quien escribe a título personal.
El apoyo no sería gratuito. Según Kozloski, la situación creada por el crimen organizado en la región norte de México se ha convertido en un problema de seguridad nacional para EU.
Hizo notar las dificultades del aparato político estadunidense para resolver la actual situación migratoria, pero subrayó que si por un lado es un problema, por otro puede ser una “oportunidad estratégica” de largo plazo.
En ese sentido afirmó que no bastaría resolver los problemas económicos mexicanos sin solucionar también los de seguridad. Puntualizó que, a diferencia de otras alianzas de seguridad, que tienen como base la venta de sistemas de armas, “México necesita una forma distinta de asistencia de seguridad”.
Para Kozloski, “después de una década de afinar sus habilidades de guerra irregular en Irak y Afganistán, las Fuerzas Especiales y los Infantes de Marina estadunidenses están idealmente preparados y apropiados para esta misión”.
Por un lado, la escasa población y el terreno montañoso del norte de México hacen difícil erradicar a las “organizaciones criminales paramilitares internacionales” que ocupan la región.
Considera que en México los militares estadunidenses “tienen experiencia”, al recordar la guerra de 1847, las guerras bananeras de 1900 y la intervención de Veracruz en 1914, hasta las fuerzas de tarea antidroga de los noventa. “Los marines tienen la capacidad de asociarse con el Servicio Naval de Investigación Criminal (NCIS, por sus siglas en inglés) para crear un equipo híbrido militar-policiaco.”
Según el autor, desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos se distrajo por la guerra contra el terrorismo mientras su capital intelectual y recursos económicos fueron invertidos “en reconstruir naciones de poco interés estratégico… permitiendo que las condiciones de seguridad se deterioren mucho más cerca de casa”.
El problema combina tanto la criminalidad como la cuestión migratoria, y recordó que a diferencia de otros grupos, los mexicanos que llegan a Estados Unidos tienen la sensación de encontrarse en terreno propio y, según Kozloski, pueden llegar a constituirse en una amenaza para la cohesión geográfica y la prosperidad estadunidenses.
El autor recordó al fallecido académico Samuel Huntington, que presentó la tesis del “choque de las civilizaciones” y consideró que la cultura y los inmigrantes latinos pueden opacar la identidad nacional estadunidense.
Kozloski citó también al académico Charles Truxillo, de la Universidad de Nuevo México, quien augura que los estados del suroeste estadunidense y del norte de México “crearán una nueva república hacia 2080”.
El analista considera que hay una serie de situaciones mundiales que se reflejan en el cuestionamiento de fronteras establecidas y en ese sentido señala que según el politólogo Robert Kaplan, el influjo de inmigrantes hispanos plantea un problema a EU y hace “inevitable” algún tipo de integración con México.
Kaplan, citado por Kozloski, opina que la situación presenta también oportunidades, toda vez que una más vibrante economía mexicana reduciría el impulso por migración al norte y si México alcanzara un nivel primermundista, “una república estable y próspera, en trabajo conjunto con Estados Unidos, sería una combinación geopolítica imbatible”.
De hecho, agregó, la combinación de la juventud de la población centroamericana, la abundancia de recursos particularmente energía de Canadá, la infraestructura económica estadunidense y un “supra-estado” trilingüe norteamericano “serviría como una efectiva fuerza de balance global”.
Para que México llegue a ese nivel es un “formidable desafío” que necesitaría el mismo tipo de compromiso estadunidense que se ha demostrado para otras regiones del mundo.
“Mientras el desarrollo económico y reducir la disparidad de ingresos al otro lado de la frontera sin componentes críticos para estabilizar la región, los esfuerzos económicos por sí solos fallarán a menos que los problemas de seguridad sean resueltos también.”
Kozloski recordó que el Pentágono (Departamento de Defensa) está en una transición de las guerras de Afganistán e Irak a lidiar con la emergencia de China como poder regional.
En ese sentido precisó que el cambio “será una tarea imposible a menos que los problemas domésticos estadunidenses sean resueltos” y en su opinión, el principal de esos problemas es desarrollar una solución de largo plazo para el problema de migración y formular asociaciones estratégicas “con México, Canadá y otros estados latinoamericanos”.