Ni la integridad estructural del avión, ni sus prestaciones, ni su relevancia en los combates están exentas de inconvenientes. Sin embargo, recientemente se ha dado a conocer una nueva fuente de problemas para el proyecto militar más caro de la historia: su gran vulnerabilidad frente los ataques de piratas informáticos.
El casco del piloto de F-35 ofrece una visión general de ‘realidad aumentada’ que se alimenta de los datos de seis cámaras instaladas en el fuselaje del avión. Esta funcionalidad le permite al piloto observar a través de las cámaras lo que pasa fuera del avión, añadiendo información virtual a la información física ya existente. Gracias a este casco el piloto puede ver cualquier punto del avión y su entorno sin necesidad de mover la cabeza.
Esta funcionalidad digital se controla mediante un programa informático denominado ALIS. De acuerdo con los informes de medios estadounidenses, el ALIS es «muy similar a un ordenador portátil y el piloto lo lleva en el avión para luego insertarlo en una clavija situada a su lado en la cabina del piloto». El dispositivo contiene toda la información sobre la misión. Los servidores que controlan todos estos programas ocupan un espacio similar al de un contenedor de transporte marítimo.
Estos servidores son un objetivo muy tentador para los piratas, escribe el portal businessinsider.com. Si los enemigos logran penetrar en los programas que controlan las misiones, podrían desactivar toda la flota de estas aeronaves sin necesidad de efectuar ni un solo disparo.
Por lo tanto, parece ser que al sistema ALIS se le ha concedido demasiada relevancia en la aeronave. Sirva como ejemplo que este sistema es capaz de hacer aterrizar el avión si identifica algún fallo técnico.
Si los ‘hackers’ penetraran en la red que dirige el funcionamiento del ALIS, no sería descartable que neutralizaran e inutilizaran toda la flota de aviones F-35.