El futuro del libro no ha llegado. Este solo es el umbral. Y América Latina es uno de los territorios clave donde empieza a fraguarse ese porvenir.El mundo en lengua española es el campo de batalla en el que los colosos globales de la distribución cultural y el ocio analógico-digital mantienen con el sector editorial tradicional, en plena y acelerada reconversión. Es la lucha por un mercado de casi 500 millones de hablantes con una altísima proporción de jóvenes y un aparato educativo en plena expansión. Advertencias y preocupaciones que han protagonizado el VI Congreso Internacional de la Lengua, que termina hoy en Ciudad de Panamá.
Es un duelo desigual. Amazon, Google, Apple y Yahoo! juegan con ventaja porque su medio natural es el digital. Los grupos tradicionales se ven en mitad de su propia reconversión, así como de alianzas, fusiones y convenios. Un dato: los seis grandes conglomerados editoriales de Occidente facturaron el año pasado 25.000 millones de euros, mientras los colosos de Internet lograron 160.000 millones de euros, casi seis veces más, revela José Creuheras Margenat, vicepresidente del Grupo Planeta.
Los canales de distribución en un continente como el latinoamericano son caros para el mercado tradicional, explica Juan Luis Cebrián, presidente del grupo PRISA, con empresas como EL PAÍS y las editoriales Alfaguara y Santillana. Para que esas operaciones sean rentables, aclara Cebrián, se necesita volumen. Y ahí es donde entran en juego los colosos digitales “que tratan de acometer el mercado global del libro en todos los idiomas”.
Estamos asistiendo a una lucha de estos grupos para romper el esquema del precio fijo del libro, y de paso un ecosistema, para monopolizar la comercialización y convertir el contenido en una materia prima
Los grandes monopolios de la distribución por Internet, asegura Crehueras, descubrieron que el negocio para ellos no era la venta de libros, sino la comercialización de los soportes digitales para la lectura. “Estamos asistiendo”, denuncia el vicepresidente de Planeta, “a una lucha de estos grupos para romper el esquema del precio fijo del libro, y de paso un ecosistema, para monopolizar la comercialización y convertir el contenido en una materia prima, desposeyéndolo de valor añadido e intentando convencer a los usuarios que lo que aporta valor real es el soporte, donde ellos obtienen grandes márgenes”.
Ya nadie duda de su penetración y eficacia a golpe de clic, se hable de libros analógicos o digitales. Sobre todo, en un mercado tan fragmentado y difícil como el latinoamericano, pero con enormes potencialidades; la comercialización online borra las fronteras. Para Google, el mundo del libro en español “es absolutamente clave y está presente en todos los planes con prioridad máxima”, ha dicho en varias ocasiones Luis Collado, director de Google Books y Google News para España y Portugal.
Existe la falsa sensación de que esta nueva era hay espacio para muchos actores, cuando la verdad es que la estructura del negocio tiende a concentrarse en unos pocos, afirma Pilar Reyes, editora de Alfaguara. Como ejemplo cita la venta de e-books en España, centralizada en Amazon y Apple que representan el 70% de las descargas globales. «En Estados Unidos y Reino Unido», agrega Reyes, «la situación es incluso más dramática: cerca del 90% de la facturación la hacen estos dos canales».
Son los mejores ami-enemigos de los lectores y los creadores latinoamericanos. Amigos, porque facilitan el acceso a una cultura y un arte impensable hace poco tiempo en un continente tradicionalmente incomunicado. En eso coinciden Fernando Zapata López, director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, entidad de la Unesco, y José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica, de México. Y enemigos, porque el riesgo a la formación y concentración de un par de oligopolios globales, según Antonio Ramírez, de la librería La Central, de España, “dejaría al margen a los actores que pueden incidir de una manera más profunda en la propagación de la lectura y la difusión del libro, los libreros”.
“El futuro pasa por América Latina. Por una forma de trabajar más americana. Se requiere de un cambio de enfoque que supere el eje Este-Oeste, de España a Latinoamérica, en la manera de distribución, por ejemplo, y se implante un eje de trabajo de Norte a Sur y de Sur al Norte”, reclama Claudio López Lamadrid, editor de Random House Mondadori.
Una de las grandes fortalezas de los países hispanohablantes es la capacidad creativa, asegura César Antonio Molina, director de la Casa del Lector de Madrid. Esto hace que “sean potencias en la generación de contenidos aunque los canales contemporáneos —fundamentalmente digitales— estén en manos norteamericanas. Sería muy positivo si la capacidad de crear contenidos se viese fortalecida por mercados sólidos, que permitiesen el ejercicio de un cierto liderazgo de las industrias culturales en español”.
América Latina es para los editores españoles un mercado lleno de ventajas, reconoce Javier Cortés, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). Posee una red muy limitada de puntos de venta por lo que la oferta digital puede incluso constituir una oportunidad. Por lo pronto, las exportaciones de libros han amortiguado la caída del sector, que en cinco años ha sido del 28%.
Aquí los colosos siguen por delante no solo por su red de distribución que los convierte en sólidas librerías virtuales (Amazon) y en líderes en los buscadores de la Red (Google), sino que han alterado la cadena de valor al haber ampliado su negocio para conseguir controlar varios pasos del proceso editorial hasta llegar al lector. Aunque el libro de papel sigue siendo fuerte en general, en América Latina el potencial está en los ebooks y la compra online. Allí los dispositivos electrónicos aumentan, especialmente en móviles que se reconvierten en dispositivos de lectura.
El mayor desembarco tiene que ver con el libro electrónico. La oferta de títulos por parte del sector regional ha crecido en dos años, al pasar del 8,6% al 16,9%. La venta de e-books para Alfagura se reparte así: España, 32%, México 31%, Estados Undos 13% y el resto de Latinoamérica el 24%, Ha revelado Pilar Reyes, editora de Alfaguara. Un sector que ahora también genera nuevas preguntas porque, recuerda Armando Collazos, Director General Global de Prisa Ediciones, sus ventas se ha detenido en Estados Unidos y Reino Unido en poco más del 20%.
A pesar de esta ralentización lo que ha frenado la implantación del mundo digital en América Latina es el poco acceso a la banda ancha. El director de Cerlalc considera que la región debe seguir preparándose para un escenario de predominio de las tecnologías digitales: “Es indispensable que, además de seguir invirtiendo en infraestructuras de telecomunicaciones y se trabaje en la incorporación de las tecnologías digitales en el campo de la educación y la cultura”. Pese a que los gigantes de la distribución global ya trabajan en la región, Zapata cree que los editores locales aún tienen la posibilidad de fortalecer su producción y consolidar su posición en el mercado, en alianza con librerías y distribuidoras locales.
Vista la larga convivencia que le espera al libro de papel y el electrónico, Armando Collazos imagina una gestión muy similar a la de ahora, pero dedicando más tiempo y recursos a la defensa de la creación y de los derechos de propiedad intelectual. “La violación a la propiedad intelectual es inadmisible. Quien cree que la piratería solo afecta los accionistas y empleados de las compañías del sector cometen un grave error, si la situación no cambia tendrá unas consecuencias nefastas para el desarrollo del talento y la cultura de nuestros pueblos”. Todos los caminos del futuro del libro cruzan por América Latina.