“Nadie sabía que estaba embarazada, incluida yo”, con esas palabras empezó a relatar su historia Sofía Pérez, quien llegó la guardia del hospital por un malestar estomacal, pero sorpresivamente, terminó dando a luz a Mía Milagros que pesó tres kilos.
Según aseguró la joven, de 21 años, que nunca tuvo panza ni indicios de estar esperando un hijo. De hecho, un test de sangre le había dado negativo.
“Si otro me lo cuenta, no le creería”, continuó explicando esta chica sanisidrense, junto a su novio, de 23. Si bien durante los nueve meses de gestación ingirió alcohol, se tiñó (hasta se tatuó) y no hizo ninguno de los chequeos que deben hacerse las embarazadas, la bebé llegó al mundo en un perfecto estado de salud.
La sorpresa llegó el 10 de julio, cuando Sofía entró de urgencia al Sanatorio Las Lomas de San Isidro (Argentina) y descubrió que estaba a punto de parir. “Es muy flaquita y en ningún momento tuvo panza. Su mamá la llevó al hospital porque estaba con vómitos y dolores fuertes en el abdomen”, relató Claudio Yelamos, padre de Milagros.
Durante el viaje desde la casa, en Boulogne, hasta el sanatorio, tuvo pérdidas y su madre pensó que tenía una hemorragia. “Entré caminando pero por el dolor me pusieron en una silla de ruedas y después en una camilla. Les dije que sentía una pelota entre las piernas. Una médica de guardia me revisó, se dio cuenta qué tenía, me agarró la mano y me dijo que necesitaba que estuviese tranquila y que hiciese fuerza”, reconstruyó Sofía.
Su primera reacción, afirmó, fue preguntar a los gritos por qué. A los dos segundos, sin anestesia, sin los nueves meses necesarios para adecuarse a la idea de tener un hijo y sin saber qué debía hacer, asumió en un instante su rol de madre y Milagros nació, por parto normal. “Escuché el llanto, pregunté qué era eso y me dijeron que un bebe”, recordó.
Su pareja, que no estaba con ella en ese momento, se enteró de la noticia por su suegra. Sin dudarlo y bajo la lluvia, condujo su moto hasta el centro asistencial, llorando todo el camino.
La interrupción de la menstruación no fue un indicio para la pareja. Sofía tenía perdidas que confundió con su período. “No me dieron una razón puntual, nos dijeron que tal vez la beba se alojó detrás de los órganos”, explicó Sofía.
Mirando al pasado, sí existieron algunas alarmas. En noviembre Sofía empezó con vómitos frecuentes y dolores intensos en su espalda. “Tengo la enfermedad autoinmune Still y estoy acostumbrada a los dolores en el cuerpo”, comentó.
“Consulté con un gastroenterólogo, me hicieron una endoscopia y no salió nada. Un día me descompuse, fui a una guardia y el médico me hizo un test de sangre para saber si estaba embarazada: dio negativo”, recordó la joven.
Ahora, y por el momento con la ayuda de sus padres, los flamantes papás están prontos a mudarse juntos. Tras una relación de más de un año y medio (él trabaja, ella estudia psicología), encararán una nueva vida, como una hermosa familia.