A lo que ha ocurrido en EE.UU después de la crisis financiera del 2008 se lo ha llamado una “recuperación sin empleos” (‘jobless recovery’). Barack Obama –hoy rehén del Tea Party- sigue pagando la factura por una tasa de desempleo (7,3% a agosto) que tarda demasiado en retornar al promedio de 1948-2013 (5,8%).
Para colmo de males, el mes pasado dos profesores de la Universidad de Oxford, Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, publicaron un escalofriante ‘paper’ que, tras revisar 702 ocupaciones del mercado laboral estadounidense, concluyen que el 47% de los empleos corren el ‘riesgo’ de ser computarizados. Es decir, si se presentan por el puesto hombre y máquina, contratarán a la máquina.
Ha habido mucha discusión ideologizada en EE.UU. sobre la creciente desigualdad en su economía. Sin embargo, es evidente que la reactivación no ha traído consigo muchos empleos nuevos de ingresos clasemedieros.
La explicación es conocida: EE.UU. ha tercerizado su industria y quienes antes trabajaban en ella han tenido que aceptar empleos menos remunerados en el sector servicios. En cambio, aquellos con mayores habilidades cognitivas y capacidades para realizar funciones no rutinarias han prosperado notablemente en cuanto a ingresos (claro ejemplo: los banqueros).
El ‘paper’ de Frey y Osborne dice cosas presumibles: no tienen futuro bibliotecarios, cajeros y operadores telefónicos, oficinistas, operarios de fábricas. Ahora que Google está desarrollando autos que se conducen solos, que se vayan haciendo la idea también quienes trabajan en transportes y logística.
Pero la cosa va mucho más allá: el fenómeno del ‘big data’ permitirá automatizar incluso empleos que no son rutinarios y que requieren habilidades cognitivas como solucionar problemas. Un robot podrá operar mejor que un médico, escribir textos legales o, incluso, hacer de periodista.
Respire tranquilo, esto tardará en ocurrir en el Perú. Si bien estos saltos de productividad son fundamentales para el progreso de la humanidad, no quisiera usted estar entre los desplazados. Así que no se confíe. La competencia se pondrá dura. Prepárese bien.