No tomar desayuno se relaciona con una menor capacidad de concentración y rendimiento intelectual, peor humor y sensación de cansancio, pero quizás ignore que menospreciar la primera comida del día favorece el estreñimiento y aumenta el riesgo de obesidad, diabetes e infartos.
Un estudio publicado esta semana en la revista Public Health Nutrition muestra que los adolescentes que desayunan poco o nada tienen un 68% más de posibilidades de desarrollar síndrome metabólico (obesidad abdominal, altos niveles de triglicéridos, niveles bajos de colesterol bueno, hipertensión y altos niveles de glucosa en sangre), lo que incrementa el riesgo de trastornos cardiovasculares.
“Saltarse el desayuno puede conducir a uno o más factores de riesgo como la obesidad, la presión arterial alta, el colesterol elevado y la diabetes, lo que a su vez puede provocar un ataque al corazón”, asegura la doctora Leah E. Cahill, autora principal del estudio.
Para mantener el equilibrio de nuestro cuerpo hay que hacer, al menos, tres comidas al día. Es aconsejable que el desayuno aporte un 20% de la ingesta calórica del día.
Varios expertos coinciden en que un desayuno ideal debería incluir un lácteo (leche, yogur, queso fresco), cereales o pan (mejor integrales), fruta (mejor entera que en zumo porque tiene más fibra y es más saciante) y algún alimento más proteico, como un embutido bajo en grasa (fiambre de pollo o pavo, por ejemplo).