«El cambio de la doctrina militar del país, elevándose el estatus de sus armas nucleares desde el de disuasión y represalia al de ataques preventivos, la construcción de bases antimisiles cerca de las fronteras rusas, así como la militarización de las nuevas tecnologías por parte de EE.UU. dejan claro al Gobierno ruso que Washington está preparando un primer ataque contra Rusia», contó el experto en un artículo publicado por el portal Global Research.
Para no limitarse solo a Rusia, el Gobierno de Obama encontró otro enemigo: China. Washington declaró el mar de China Meridional como una «zona de interés para la seguridad de EE.UU.».
«Es igual que si China declarara el golfo de México una zona de interés para su seguridad», comentó el experto, subsecretario del Tesoro del Gobierno de Ronald Reagan. EE.UU. declaró la transferencia del foco estratégico a Asia, lo que supone que el 60% de la Armada estadounidense se desplace hacia la zona de influencia de China.
Simultáneamente, Washington no escatima recursos para mantener bases navales y aéreas en las Filipinas, Corea del Sur, Vietnam, Australia y Tailandia.
Además se ha alineado con los rivales de China en lo que se refiere a varias islas y zonas aéreas disputadas.
«La actitud militar agresiva de Washington hacia Rusia y China indica una extrema confianza en sí mismo, lo que habitualmente lleva a una guerra», recalcó Roberts.
A esto se suman sus insinuaciones sobre una amenaza potencial de que Irán obtenga armas nucleares y las afirmaciones de que un ataque preventivo es indispensable ahora mismo.
Pese al cumplimiento por parte de Irán de las condiciones del acuerdo internacional destinado a resolver la crisis sobre el programa nuclear iraní, EE.UU. sigue agravando la situación al aprobar nuevas sanciones contra la república islámica.
«Si queda alguien para escribir la historia, el régimen de Obama será recordado como régimen que resucitó la Guerra Fría, para cuya finalización se esforzó tanto el expresidente Reagan, y la convirtió en una guerra abierta», dijo Roberts.
El analista subrayó que los ciudadanos estadounidenses tienen poca, si es que tienen realmente alguna, influencia sobre su Gobierno o comprensión de sus planes.
«Además no existe una oposición organizada que podría representar a los ciudadanos que quieran protestar contra la vía que conduce hacia una guerra mundial», afirmó. Por eso el analista basa su esperanza en los «títeres» europeos y asiáticos de EE.UU., que se arriesgan sin ningún fin, excepto el de favorecer la hegemonía mundial de EE.UU.
Cree que Alemania podría salvar al mundo de una guerra sirviendo, a la vez, a sus propios intereses.
«Lo único que debe hacer Alemania es salir de la UE y de la OTAN. La alianza se desplomaría y su caída acabaría con la ambición hegemónica de Washington», explicó