El hallazgo en Marruecos de caries en esqueletos humanos que datan de hace entre 13.000 y 15.000 años aporta una nueva visión a la historia: el hombre pudo comenzar su vida sedentaria unos 4.000 años antes de lo que se pensaba. «Tenemos que considerar que el comportamiento sedentario se puso en marcha mucho antes, y esto cambia parte de la historia de la humanidad», asegura Abdeljalil Bouzouggar, jefe de las excavaciones en la gruta de Tafoghalet, en el noroeste de Marruecos. Hasta ahora se creía que hace 15.000 años, durante el Paleolítico Superior, cuando no se había desarrollado la agricultura, la dieta de los cazadores se basaba en la carne, un alimento que no produce caries.
No sería hasta el Neolítico, con la invención de la agricultura, cuando comienzan a expandirse las caries, ya que éstas se desarrollan gracias al consumo de plantas con un alto contenido de azúcares y procesadas en forma de harina, como los cereales. ¿De dónde salían esas caries? Por eso, la sorpresa del equipo de expertos internacionales que trabaja en las excavaciones de Tafoghalet fue mayúscula cuando se descubrió que un 98% de los 52 esqueletos examinados presentaba caries y la mayoría tenía la mitad de los dientes dañados. ¿De dónde salían esas caries si el hombre se alimentaba a base de carne? ¿Cómo era posible que un cazador nómada presentase esa enfermedad bacteriana cuando para desarrollarla se necesita el mismo régimen alimenticio de forma continuada? ¿Pudo ser la recolección de plantas la base de la dieta humana, incluso antes de la invención de la agricultura? «Nos dimos cuenta de la presencia de las caries, pero sabíamos la edad de los estratos y nos dijimos que no era posible, o bien era algo nuevo, o algo anormal, pero de la fecha estábamos seguros», comenta Bouzouggar. La respuesta llegó de la mano de Jacob Morales, un español experto en arqueobotánica, que tras recoger los sedimentos que se iban excavando en el yacimiento los procesaba para extraer los restos vegetales que quedaban. «Tras analizar las muestras descubrimos que se conservan muchas semillas y el registro está caracterizado por una abundante presencia de piñones y bellotas de encina, las cuales contienen azúcares», explica Morales, cuyo hallazgo y el de su equipo ha sido recientemente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Para desarrollar tantas caries (continúa) esta población consumía muchas bellotas, probablemente a diario, y debía comerlas incluso en invierno y primavera. Por consiguiente es probable que se recolectasen para consumirlas durante todo el año. La idea generalizada en la actualidad es que los primeros poblados aparecieron cuando se inventa la agricultura y la gente empieza a cultivar y desarrollar excedentes que les permite tener una vida más sedentaria. Sin embargo, el almacenamiento de bellotas en la gruta de Tafoghalet desvela que aquellos cazadores no estaban obligados a desplazarse continuamente y compartían utensilios de cocina, lo que pudo ser la causa de que la bacteria se fuese transmitiendo de manera más acusada. Morteros poco propios de un cazador Morales deja claro que la caries es sólo una prueba más de este probable proceso de «sedentarización» que se añade al resto de descubrimientos encontrados desde que en los años 30 se comenzó a excavar la gruta así como la necrópolis descubierta en el lugar y que es una de las más antiguas del norte de África.
Entre los diversos hallazgos en esta «gruta de oro» para la historia de la humanidad también hay morteros que servían para moler las bellotas y los piñones. «Enterraban a los muertos con sus morteros, como si fuese una ofrenda. Se trata de un elemento muy pesado que un cazador no podía llevarse consigo y que nos indica una sedentarización cada vez más progresiva», subraya Morales. Por su parte, Bouzouggar destaca que «los humanos entierran a los que aprecian y esto es una prueba de una relación y organización social». Pero de momento este hallazgo sólo se limita a la gruta de Tafoghalet y aunque probablemente pudo extenderse a todo el norte de África deber ser estudiado en otros contextos para poder confirmarse. «Lo que no podemos decir es que sucediera en todo el mundo», señala Morales, quien coincide con Bouzouggar en que el descubrimiento «supone un cambio radical en la manera de entender la arqueología del paleolítico».