Cuando en 1988 la esposa de Coleman falleció de cáncer, el veterano decidió usar los 57.500 dólares del seguro de vida de su mujer para comprar una pequeña casa. Aquejado de una fuerte demencia, empezó a olvidarse de comprar comida y dejó de pagar los recibos de la casa. En 2006 se olvidó de abonar el impuesto de propiedad de su vivienda conocido como IBI (el impuesto de bienes inmuebles), y el ayuntamiento local le inscribió en el registro de morosos e incrementó su deuda en otros 183 dólares por los intereses y la multa.
Cuando su hijo llegó a saber de la existencia de la deuda en 2009, le dijeron que ya no bastaba con abonar los 317 dólares, porque la deuda había sido adquirida por una firma privada de recobros que le exigía el pago de 4.999 dólares por los gastos legales.
Incapaces de pagar tal cantidad de dinero, Coleman y su hijo vieron como su propiedad, valorada en unos 200.000 dólares fue vendida por 71.000 dólares. Ahora el veterano de guerra, de 76 años, lleva ya dos años viviendo en un asilo.
Su caso no es el único. Según una investigación realizada durante 10 meses por el diario ‘The Washington Post’ sobre “un oscuro programa del gobierno local que recluta a inversores privados para recuperar los impuestos no pagados”, hay ya más de 200 familias que han perdido su hogar por deudas que en dos tercios de los casos no llegaban a los 1.000 dólares. Este negocio redondo, según el diario, permite a las compañías convertir la morosidad de unos 500 dólares en una deuda de 5.000 dólares, de tal forma que si los propietarios no pueden pagar, embargar su vivienda para luego venderla.