Su padre, Michel, que se estaba divorciando de su mujer, Marcelle Caretto, los había secuestrado en Niza, durante un fin de semana que le correspondía tenerlos. Los embarcó en el Titanic para dirigirse a Nueva York, donde quería empezar una nueva vida.
Michel murió en el hundimiento y sus hijos, que no hablaban inglés y se expresaban mal en francés, llegaron a EE.UU sin poder identificarse y sin que nadie los reclamara. Por ese motivo, en la época, se los denominó “los huérfanos del Titanic”.
Su historia fue, como otras muchas que sucedieron como consecuencia del trágico hundimiento, curiosa y conmovedora. Para la reserva de los pasajes utilizaron nombres falsos. El padre se hizo llamar Louis M. Hoffman y los niños: Lolo (un diminutivo del nombre francés Louis) y Momon (un diminutivo de Edmond).
Durante la noche del hundimiento, Michel, ayudado por otro pasajero, vistió a los niños y los sacó a la cubierta del barco. El pequeño Michel recordó, ya de adulto, aquellos últimos momentos con su padre:
“Mi padre entró en la cabina donde nosotros dormíamos. Me vistió con mucho cariño y me abrazó. Otro pasajero hizo lo mismo con mi hermano. Cuando pienso en ello ahora, me conmueve mucho”. Ellos sabían que los dos iban a morir.
Michel recordó más tarde que cuando lo colocaron en el bote, su padre le dio un mensaje final: “Mi niño, cuando tu madre vaya por ti, como seguramente ocurrirá, dile que la amé muchísimo y que todavía la amo. Explícale que esperaba que ella nos siguiera, de modo que todos pudiéramos vivir juntos felizmente en la paz y la libertad del Nuevo Mundo”.
El cuerpo del padre fue recuperado. Curiosamente, en su bolsillo llevaba un revólver cargado. Como había utilizado un apellido judío, y así constaba en su billete, fue enterrado en un cementerio judío, el Baron de Hirsch Cemetery.
Margarita Hays decidió que los niños se quedaran en su casa de Nueva York (304 83 Calle de Oeste) hasta que se localizase a algún familiar. Marcelle Navratil reconoció a sus hijos en un artículo del ‘Fígaro’ del 21 de abril y se reunió con ellos el 16 de mayo.
La madre y los niños regresaron a Francia a bordo del RMS Oceanic que, como el Titanic, pertenecía a la White Star Line. Michel vivió en Montpellier. Fue un brillante profesor de filosofía y se casó con una compañera de estudios.
En 1987, regresó a Estados Unidos, por primera vez desde 1912, para participar en el 75 aniversario del hundimiento. Fue el último varón sobreviviente hasta que falleció el 30 de enero de 2001, a la edad de 92 años. Su hija Elisabeth escribió un libro titulado “Les enfants du Titanic” en el que narra las experiencias.
Edmond fue arquitecto, decorador de interiores y constructor. Durante la segunda Guerra Mundial luchó en el ejército francés, fue prisionero de guerra. Aunque logró escapar del campo en que estaba retenido, su salud se debilitó mucho y murió a principios de los años 50, a los 43 años.