Además de su situación privilegiada como principal productor de ópalo, este pueblo es la localidad más cercana al yacimiento de petróleo encontrado en la cuenca de Arckaringa, el más grande descubierto en los últimos 50 años.
Sin embargo, lejos del bullicio que se esperaría encontrar al entrar en este pueblo minero con casi 2.000 habitantes en el desierto australiano, llama la atención la escasez de comercios y viviendas a pie de calle, ya que la mayoría de los residentes de Coober Pedy viven bajo tierra.
La razón: esta localidad se encuentra en un entorno extremadamente inhóspito. Las temperaturas del desierto en verano rondan los 48ºC y puede llegar a hacer mucho frío en invierno.
Por ello, los primeros mineros de la localidad, que en su mayoría eran aborígenes pero también inmigrantes de todo el mundo (fundamentalmente eslavos) que llegaron al lugar atraídos por la ‘fiebre del ópalo’ de 1915, encontraron la solución para poder mantenerse allí construyendo la ciudad bajo el desierto.
La mayoría de los hogares, negocios y edificios comunitarios en Coober Pedy son estructuras enterradas en las laderas de las colinas.
Las cuevas mantienen de forma natural una temperatura confortable. No requieren de aire acondicionado ni sistemas de calefacción, limitando considerablemente la presencia de carbono.
La ciudad tiene de todo; desde casas con ‘ventanas’, un hotel para visitantes (el único del mundo bajo tierra), comercios, restaurantes, galerías de arte y varias iglesias, entre ellas la primera iglesia ortodoxa serbia subterránea del mundo.