La vida de los escolares chinos en este instituto parece más propia de un cuartel. Sus alumnos estudian desde las 8:00 de la mañana hasta las 9:30 de la noche. El interno se levanta de lunes a viernes a las 6:30 de la mañana.
Tras hacer la cama de la litera con pupitre que ocupa en un cuarto compartido con otros cinco estudiantes, asiste a las 7 a una clase de 20 minutos para repasar y preparar el día antes de desayunar.
Con edades comprendidas entre 16 y 18 años, los alumnos de los institutos chinos estudian nueve asignaturas: matemáticas, física y química, literatura, inglés, geografía, historia, biología, política y tecnología, más otras materias optativas como dibujo, música o ajedrez.
A las 8 empiezan las cinco clases de la mañana, que duran 40 minutos y se compaginan con media de hora de ejercicios físicos en los que participan los 1.500 alumnos del instituto en el césped del local o en el gimnasio.
A partir de las 12:15, tienen 45 minutos para almorzar en el comedor y luego media hora de descanso antes de retomar las tres clases de la tarde hasta las 4:00, que vuelven a intercalar con otra sesión de deporte de 25 minutos y unos ejercicios de relajación en los que se masajean las sienes para evitar la fatiga en los ojos.
A las 4:10 de la tarde acaban las clases, pero eso no significa que los alumnos terminen el estudio ni abandonen el aula, ya que hasta las 5 se imparte alguna asignatura optativa.
La cena se sirve a las 5 de la tarde y, una vez terminada, los escolares vuelven al aula a las 6 para ver el telediario vespertino de la televisión estatal CCTV, auténtico lavado de cerebro de la propaganda del régimen.
Tras recibir durante una hora su dosis diaria de ideología comunista “con características chinas”, permanecen en el aula estudiando hasta las 9:30 de la noche. En ese momento regresan a los dormitorios y tienen media hora para ducharse antes de que se apaguen las luces a las 10.
Para impedir que los escolares charlen o jueguen hasta altas horas de la madrugada, un vigilante recorre las habitaciones. Los fines de semana regresan a casa con sus padres. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes chinos, internos o no, tienen los sábados y domingos repletos de clases privadas de refuerzo.