La ONU ha pedido a las firmas mundiales de ropa que mejoren las condiciones de los millones de empleados que tienen en Bangladesh donde hoy se cumplen quince días del derrumbe de un complejo textil en el que el número de muertos se acerca al millar. La tragedia, en concreto, ha causado hasta el momento 940 muertos y 2.437 heridos.
“Las firmas internacionales que producen en Bangladesh tienen la responsabilidad de proteger los derechos humanos” de sus trabajadores, dijo Pavel Sulyandziga, que dirige actualmente uno de los grupos de la ONU sobre los derechos laborales y humanos.
El funcionario asegura que los productores que operan en Bangladesh tienen la obligación de “ejercer su influencia como compradores de estas manufacturas” para promover un cambio en las condiciones laborales de los trabajadores del país asiático.
LOS COSTOS MÁS BARATOS DE PRODUCCIÓN EN TEXTILES
Bangladesh es el país del mundo con costes más baratos de producción en la industria de la ropa y por eso empresas de todo el mundo, incluido China, están trasladando parte de su producción al país asiático, de acuerdo con la Campaña Ropa Limpia.
Esto ha supuesto que la industria textil haya pasado a representar el 78% de las exportaciones de Bangladesh, unos 19.000 millones de dólares, según datos oficiales, un sector que cuenta con 5.400 fábricas y más de cuatro millones de trabajadores, la mayoría mujeres.
PÉSIMAS CONDICIONES LABORALES
Pero la tragedia del edificio Rana Plaza -de nueve plantas- ha puesto de manifiesto las malas condiciones laborales y de seguridad que sufren los trabajadores de fábricas textiles en el país asiático, que abastecen a las grandes multinacionales occidentales.
El experto de la ONU señaló que varias de las fábricas que operaban en el edificio que se derrumbó al parecer habían sido auditadas en el pasado y que, sin embargo, estas auditorías habían excluido por completo los problemas estructurales del edificio.
Según la policía, un día antes de la tragedia aparecieron numerosas grietas en el edificio siniestrado, pero los propietarios de las fábricas las ignoraron y obligaron a sus empleados a acudir a sus puestos de trabajo a pesar del riesgo que corrían. Desde entonces, el Ejército y los equipos de rescate recuperan a diario decenas de cadáveres entre los escombros, donde se ocultan aún un número indeterminado de cuerpos.