Se encontraron al perro tirado en una acera de Quincy, en Estados Unidos, el pasado 31 de agosto. Era un cachorro de pitbull atigrado y blanco que vivía a duras penas. El veterinario no pudo hacer nada por él. Su cuerpo presentaba 17 heridas de golpes, cortes y quemaduras y multitud de huesos rotos, así que lo sacrificaron. El asunto, que en otros países pasaría inadvertido, podría rematar en una monumental condena de 55 años de cárcel, cinco años por cada uno de los 11 cargos de abuso a los que se enfrenta.
El presunto torturador del cachorro que ha detenido la policía es Radoslaw Czerkawsky, un inmigrante polaco sin papeles que cuidaba de una anciana de su misma nacionalidad. Al acusado, que se ha declarado no culpable de los cargos que se le imputan, se le ha impuesto una fianza de un millón de dólares y le han retirado el pasaporte.
En un primer momento no se supo más del perro. Le apodaron ‘Doe’ y la noticia de su tortura dio la vuelta a EE.UU., llenó espacio en informativos y reunió a más de 70.000 personas que pedían la detención del culpable y que han seguido el proceso de cerca. Realmente, el perro se llamaba ‘Kiya ‘y lo habían dado en donación a una familia que se lo vendió a Czerkawsky, según la versión de la Policía.
Los agentes siguieron el rastro del animal hasta dar con el presunto torturador. Emplearon todo tipo de medios para una investigación que terminó cuando encontraron restos de pelo y sangre en la casa del sospechoso y estos coincidieron con los del perro en los análisis de ADN. También supieron que el mismo día en el que encontraron al cachorro, había muerto la anciana a la que cuidaba, esta vez por causas naturales.