Rosa, de 65 años, está muy preocupada porque ha empezado a olvidarse de las cosas. “Voy al mercado y me olvido de lo que debo comprar, ¿acaso tengo Alzheimer?“, pregunta.
Si bien los olvidos son una característica resaltante del Alzheimer, no solo por ellos se puede diagnosticar este mal. Mariella Guerra Arteaga, psiquiatra de APEAD, Asociación Peruana de Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias, explica que para saber si la persona sufre este mal, es necesario que otras funciones intelectuales se hayan alterado como, por ejemplo, el lenguaje.
“Las señales de alerta incluyen cambios en la forma de ser y olvidos de lo reciente e, inicialmente, el buen recuerdo del pasado. Esto hace que la persona constantemente pregunte, cuente o diga siempre lo mismo. También se presenta una confusión, problemas de concentración, dificultades con el lenguaje, no encuentra las palabras para decir lo que quiere, piensa o siente”, indica.
Hay varios factores que predisponen la aparición de este mal: el genético (antecedentes familiares), el propio envejecimiento mal llevado, enfermedades como la depresión de inicio tardío,hipertensión, diabetes y colesterol elevado, así como golpes en la cabeza con pérdida de conocimiento y la falta de actividad intelectual, entre otros.
“El control de los factores de riesgo a tiempo, la educación de la familia y cuidado, así como el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado, logran que el paciente se estabilice por buen tiempo y tenga una buena calidad de vida”, agrega.