Sus padres los educaron, se hicieron profesionales, empresarios y comerciantes, pero luego se olvidaron del ser que les dio la vida.
«Somos 58 y muchos de mis hermanos, fueron abandonados por sus hijos, solo dos tienen visita, qué podemos decirles, un padre con cuanto sacrificio formó a sus hijos y cuando tienen familia te hacen sentir como un estorbo», agregó.
En estas circunstancias a los ancianitos no les quedó otra que unirse como una familia, aunque no los una ningún lazo de sangre, pero sí el amor de la convicencia y de vivir realidades similares.
PAREJAS. En el asilo es común ver a algunas parejitas de varones y mujeres, que en la plenitud de su vida han encontrado el verdadero amor.
Asimismo, son agradecidos, porque en la Beneficencia de Huancayo encontraron a empleados dedicados a su labor, y que los cuidan, sobre todos los practicantes de algunos institutos.
LOS CUIDAN. Cuentan con un médico que vela por la salud de cada uno de ellos, que por lo general sufren achaques por la edad y muchos sufren de discapacidad, por ejemplo no escuchan, no hablan y con sus manitas y gestos expresan cuando están contentos o están muy tristes.
Otro tema de cuidado, es su alimentación, ellos tienen una dieta especial, para su edad. También practican actividad física con una fisioterapista.
En el asilo ya no hay con espacio para albergar a más ancianos, sin embargo pese a que la capacidad de internamiento ya está rebasada, siempre reciben a quienes son declarados abandonados por orden del Poder Judicial.
Conchito la mujer más longeva de Huancayo con 107 años, es una de las personas sin familia, pero se gana el cariño de cualquiera que la conozca.