Esta teoría ha sido revelada por el historiador científico Klaus Reinhardt, de la Universidad de Tubinga (Alemania), en un artículo publicado en la última edición de la revista ‘Endeavour’.
Reinhard asienta su investigación en documentos sobre el campo de concentración de Dachau, cerca de Múnich, donde desde 1942 funcionó un Instituto de Entomología que había ordenado crear el jefe de las SS, Heinrich Himmler.
Aunque la labor inicial del instituto era la de encontrar nuevos remedios contra las enfermedades transmitidas por piojos y otros insectos, lo cual era un problema grave durante la guerra -las tropas alemanas estaban plagadas de tifus durante la Segunda Guerra, de acuerdo con Reinhardt-, el instituto entomológico también llevó a cabo la investigación de tácticas de guerra biológica.
En 1944, según el historiador, el instituto fue usado para realizar investigaciones dirigidas a encontrar métodos para alargar la vida de mosquitos infectados de malaria, de manera que estos pudieran ser transportados a los campos de batalla y utilizados como armas biológicas contra los aliados. Las investigaciones incluían el uso del tipo de mosquito anófeles, más resistente y más longevo para poderlo llevar a la guerra.
No es ningún secreto que los nazis trataron de eliminar a los Aliados en Italia provocando una epidemia de malaria. Según el historiador Frank Snowden, los alemanes inundaron los pantanos adyacentes al camino a Roma revertiendo las bombas que los drenaban para luego introducir millones de larvas de mosquitos portadores de la malaria. Los soldados aliados sobrevivieron al ataque biológico porque se les dio medicamentos contra la malaria. Lamentablemente, a la población italiana no le fue tan bien, ya que los casos de malaria en la zona aumentaron de 1.217 en 1943 a 54.929 en 1944 en una población de 245.000 habitantes (las cifras exactas podrían ser mayores). La malaria continuó siendo un mal corriente en la zona hasta 1950, cuando se drenaron los pantanos.