Al surrealismo le pareció muy astuto evocar estas de escaleras que no tienen un fin útil, que no llevan a ninguna parte per se, no sólo por la atracción de lo absurdo, obviamente también por la lógica onírica que pone en entredicho las físicas de la vigilia.
Subir esa escalera que se detiene en el espacio sin una plataforma o una estructura en la que derive, es provocar una puerta invisible, es enfrentar al sujeto con una interrogación metafísica.
La escultura Diminish and Ascend de David Mcckracken en el Mar de Bondi, en Australia, construida este año, es una de las manifestaciones más recientes de este impulso creativo. Las imágenes de esta escalera que multiplica sus escalones simula el infinito, una extensión que parece fundirse o continuar secretamente en el ombligo del cielo.