De manera casi imperceptible, internet se ha convertido en un elemento indispensable en nuestras vidas personales y profesionales. Son 2.7 mil millones de personas conectadas –más de una tercera parte de la población mundial–, ávidas de conexión rápida, movilidad y servicios en la nube, lo que en términos económicos se traduce en la generación de miles de empleos y crecimiento económico. Simplemente, para algunas economías, como la de Estados Unidos, el comercio electrónico representa 35% de los ingresos de la industria manufacturera, por lo que un posible colapso de la red de redes tendría consecuencias económicas y sociales.
“A escala mundial el comercio electrónico representa el 40 por ciento del total de las industrias, lo que se traduce en 1.8 billones de dólares. Si existiera un colapso de internet estaríamos hablando de miles de personas desempleadas que laboran en negocios basados únicamente en la web, como Amazon, Google o Yahoo!”, dijo a Excélsior el profesor en Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, Abraham Vergara.
Daños financieros
De existir una desconexión de la red de redes, por la razón que sea, los sistemas financieros y de comunicación a nivel global se verían afectados. La primera en caer en recesión sería Europa, donde el nivel de penetración de internet alcanza 75 por ciento; sin embargo su caída significaría también el deterioro inmediato de los países emergentes dependientes de ella, donde 31 por ciento de la población tiene acceso al ciberespacio, de acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Y es que internet tiene hoy fines de investigación, entretenimiento, pero sobre todo tiene una función económica a escala global. Para Vergara, su caída a nivel comercial impondría la necesidad de volver a regionalizar los mercados. “Los clientes tendrían que ser otra vez únicamente del país, y no sólo eso, de la región, donde el teléfono de disco y el correo normal volverían a ser el medio de comunicación para hacer negocios”.
Las bolsas de valores del mundo sufrirían un cambio drástico en sus operaciones, se tendría que volver atrás 15 años, cuando “existían los pisos de viva voz, porque hoy en día todo se hace de manera electrónica”, explicó Vergara.