Los arqueólogos, que presentaron su hallazgo en la reunión anual de American Schools of Oriental Research (Escuelas Estadounidenses de Estudios Orientales) en Baltimore, encontraron la bodega en el yacimiento Tel Kabri, en el norte israelí, cerca de la ciudad de Nahariya.
En las ruinas de una ciudad cananea rescataron unas 40 jarras de varios tamaños que podrían llenar unas 3.000 botellas contemporáneas.
En las jarras se guardaba vino de lujo tanto blanco como tinto, concluyeron los científicos al analizar los residuos de sus paredes. El análisis ha demostrado también la existencia de ingredientes como enebro, canela, menta y mirto, y que el vino en cada jarra estaba elaborado en conformidad estricta con la receta.
Tanta meticulosidad es algo que se puede asegurar en un palacio, señalan los científicos. «No era un brebaje que uno hacía a ojo de buen cubero en su bóveda para beber después de un día de trabajo», comenta Andre Koh, de la Universidad Brandeis en EE.UU.
Las recetas podrían provenir del Egipto Antiguo, ya que allí eran populares en esos tiempos vinos de composición parecida. «La bodega está cerca de un salón de fiestas, donde la élite de Kabri y posiblemente huéspedes extranjeros festejaban con carne y vino», comenta Yasur-Landau, de la Universidad de Haifa, que participa en el estudio. Yasur-Landau añade que «la bodega y el salón fueron destruidos en un evento violento, posiblemente un terremoto».
El hallazgo aporta nuevos datos sobre la vinicultura antigua, señalan los científicos, que esperan que se pueda reconstruir la receta.