Los botones ‘Me gusta’ y ‘Favorito’ de las redes sociales son un índice de éxito que alimenta tanto la vanidad del usuario como los algoritmos de publicidad. Un experimento de Wired muestra lo que sucede tras un aluvión de ‘Me gusta’ indiscriminado.
“Creo que a cada uno le debe gustar cada uno. Así habló Andy Warhol. Entonces, a mí ‘Me gustó’ todo lo que vi en Facebook durante 48 horas y les cuento el resultado”, empieza el periodista de Wired, Mat Honan su reportaje sobre este inusual experimento.
La aparición de ‘publicaciones sugeridas’ y de publicidad en los muros de Facebook no es fruto del caos: por el contrario, es el resultado de complejos cálculos que analizan las acciones del usuario dentro de la red social y, en algunos casos, en otros sitios, explica Honan. Entonces, sumar más ‘Me gusta’ trastorna el algoritmo, llevando a una rápida degradación de la calidad del contenido sugerido que convierte el muro en un flujo incontrolable de basura mediática.
Después de los primeros ‘Me gusta’ el muro de Honan empezó a cambiar drásticamente. “Una hora después, no había ni una persona viva en mi flujo de noticias. Los ‘molinos de contenido’ como Huffington Post y Upworthy empezaron a dominar mi cuenta”, afirma el periodista.
“Antes del segundo día [del experimento], de hecho, no me entraban ganas de entrar en Facebook”, admite Honan. Todo lo que le ‘gustaba’ a Honan —partidos políticos, medios de comunicación, personalidades famosas— aparecía en su muro de manera ilógica junto con otras páginas sugeridas. Más aún, sus actividades invadieron los muros de sus amigos, contaminándolos con las publicaciones sugeridas que a él le habían ‘gustado’.
“El problema es mucho mayor que Facebook. Muestra lo incorrecto de una sociedad en la que hablamos ‘hacia una persona’ en vez de ‘a una persona’. Vivimos en burbujas personales formadas por lo que vemos y leemos, creando un mundo aislado que contiene solo lo que se ajusta a nuestros intereses previos”, opina Mat Honan.
“Haciendo ‘click’ en ‘Me gusta’ a todo lo que vi degradó por completo mi muro. Mi lista de ‘páginas de interés’ contiene más de 1.000 cosas odiosas o, tal vez, banales. No ‘me gustó’ nada de nada lo que había hecho’, concluye el periodista.