En una plaza repleta pese al frío y la amenaza de lluvia, el papa argentino comenzó su homilía recordando que el Año de la Fe fue convocado por Benedicto XVI, cincuenta años después del Concilio Vaticano II, a fin de «redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada». En el altar se encontraba por primera vez expuesto el relicario en el que se conservan nueve pequeños fragmentos de los huesos que, según la tradición, pertenecen a San Pedro, uno de los doce apóstoles discípulos de Jesús de Nazaret.
Durante el rezo del credo, el papa tomó en sus manos esta caja de madera en la que se lee la inscripción: ‘Ex ossibus quae in Arcibasilicae Vaticanae hypogeo inventa Beati Petri Apostoli esse putantur’ (Los huesos hallados en el hipogeo de la Basílica vaticana que se considera que son del beato Pedro Apóstol).
Estas reliquias son el centro de un intenso debate arqueológico desde hace décadas. Durante la audiencia general del 26 de junio de 1968, Pablo VI anunció al mundo que se habían encontrado los huesos de San Pedro, pero algunos estudiosos, como el arqueólogo jesuita Antonio Ferrúa, que formaba parte del equipo que descubrió la tumba, ha expresado siempre su escepticismo sobre la posibilidad de que esos huesos pertenezcan al llamado ‘Príncipe de los apóstoles’. Las reliquias volverán este mismo domingo a la capilla privada del papa, situada en el centro del apartamento pontificio, donde las colocó Pablo VI.
La ceremonia concluyó con la entrega por parte del papa a 35 personas de su primera exhortación apostólica ‘Evangelii Gaudium’ (La alegría del Evangelio). Se trata del primer documento del pontificado del papa Francisco, ya que la encíclica ‘Lumen Fidei’ fue escrita en su mayor parte por Benedicto XVI. La entrega fue de carácter simbólico, ya que su contenido sólo se podrá conocer tras publicación oficial el próximo 26 de noviembre.