Se trata de algo tan simple, pero difícil de conseguir, cómo separar la yema de la clara del huevo sin que esta se rompa y quede una mezcla entre ellas y también evitar que algunos molestos pedacitos de la cáscara queden en la receta que pensamos cocinar.
Acá nos enseñan la fórmula para conseguir lo que a veces resulta todo una odisea con una botella de plástico que se aprieta, después de tener el huevo ya depositado en algún plato obviamente, se acerca el gollete de la botella a la yema y la presionamos para que esta se deslice hacia el interior de la botella, luego se suelta el aire en otro recipiente y sale la yema sin ningún tipo de lesión conservando perfectamente su forma y color.