John Jairo Velásquez, uno de los pistoleros más sangrientos del cartel de Medellín sale de la cárcel tras cumplir tres quintas partes de su condena.
Cuatro días después de que un juez de Colombia expidiera la libertad condicional, el que fuera el jefe de sicarios del capo Pablo Escobar, conocido con el alias de Popeye, quedó en libertad tras estar preso 23 años. Sobre las nueve de la noche del martes, John Jairo Velásquez Vásquez, de 52 años, regresó a las calles escoltado por una caravana de cinco vehículos blindados y acompañado por funcionarios de la Defensoría del Pueblo, a quienes por la mañana les había pedido a través de un escrito de su puño y letra que le protegieran.
Popeye, que ha reconocido en varias entrevistas que él mismo mató a más de 300 personas a finales de los ochenta y comienzos de los noventa durante la época de violencia que protagonizaron los carteles de la droga y que ordenó la muerte de otras 3.000, le teme a la libertad. Sabe que por sus crímenes y por ser testigo clave de varios procesos judiciales, como el esclarecimiento del magnicidio del candidato liberal Luis Carlos Galán Sarmiento en 1989, instigado por el político Alberto Santofimio Botero, tiene muchos enemigos que, según dice, le tienen precio a su cabeza.
La salida de Popeye estaba prevista desde el lunes pero se dilató porque las autoridades querían constatar que el sicario, que empezó en el mundo del hampa a los 18 años en pleno auge del cartel de Medellín, no tenía ningún proceso penal pendiente. Mientras esto ocurría algunas víctimas del cartel aseguraron no comprender cómo uno de los protagonistas del narcoterrorismo que estremeció al país hace más de dos décadas podía salir de la cárcel tras haber cumplido tres quintas partes de su condena.
El operativo de liberación del que fuera uno de los hombres de confianza de Escobar se convirtió en un misterio durante todo el martes. Con el paso de las horas, las cámaras de los periodistas se fueron apostando en las puertas de la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, a dos horas de Bogotá, para registrar su salida.
Para escoltar a Popeye fue necesario que la policía coordinara un dispositivo de seguridad. En un peaje que va a la carretera de Bogotá, conocido con el nombre de Albarracín, la primera escolta fue relevada por otra que lo acompañó hasta la capital. Se desconoce cuál será su paradero de ahora en adelante. Los medios locales han dicho que formará parte de un grupo de reintegración y socialización.
Estudió 14 diplomados estando preso y se graduó como recuperador ambiental
Popeye, que estudió 14 diplomaturas estando preso y se graduó como recuperador ambiental, ha sorprendido por la frialdad con la que ha descrito sus crímenes. “Si Pablo Escobar volviera a nacer me iría con él sin pensarlo”, dijo en una entrevista. Sin embargo, también se ha declarado como un “bandido retirado” que estaba en sus “cuarteles de invierno”. En una entrevista al diario El Tiempo en febrero de 2013, Popeye aseguró que cuando saliera libre quería una oportunidad de redimirse de los miles de crímenes que cometió. “Soy un hombre que busca una oportunidad en la sociedad. Un hombre que está en paz consigo mismo. Cuando salga, repito, no pienso hacerle mal a nadie. No le tengo miedo a la justicia porque me he dado cuenta de que inclusive para un hombre como Popeye puede haber justicia”, dijo.
Este asesino, que se entregó a la justicia en 1991 con Pablo Escobar y acompañó al capo durante el tiempo que estuvo en una cárcel que él mismo mandó a construir y de la que se fugó un año después, tendrá ahora como exconvicto un período de prueba de cuatro años y deberá presentarse periódicamente ante las autoridades, además de comprometerse a no volver a delinquir. Su salida revive viejas heridas de la guerra contra el narcotráfico que aún no sanan en Colombia.