Esto es lo que parece que está pasando con la ola de falsos monstruos mutantes que Fukushima estaría produciendo. Ninguno es real, pero en internet se están convirtiendo en un éxito rotundo. Y a este paso, nos dirigimos hacia una situación de pánico.
El último de esta serie de “fakes” es la foto que encabeza este texto. En ella se puede ver un gigantesco calamar varado en una playa, en teoría en la costa de California. Un enorme ejemplar de casi 49 metros de longitud (160 pies en la noticia original, que son exactamente 48,77 metros). El equivalente a Godzilla en cefalópodo.
Y la gente se lo tomó con una noticia real. En el post original, que apareció en Lightly Braised Turnip, se podían leer algunos comentarios apocalípticos. Muchos en la línea de cómo la radiación de la central nuclear japonesa estaba mutando a toda la fauna marina, y cómo nos afectaría a nosotros y al planeta.
Lo curioso es que la página web en la que apareció la “noticia” es de carácter humorístico. Básicamente se inventan historias y las publican con formato de noticia, con la sana intención de reírse un poco. Para esta en concreto, realizaron un fotomontaje con un calamar gigante encontrado en España – y de unos 10 metros – al que pusieron sobre el fondo de una playa chilena en la que había varado una ballena. Para completar la “noticia”, “citaban” a expertos que ni siquiera existen.
Si este fuese un caso aislado, no habría mayor problema. Pero no es único ni mucho menos. La semana pasada circuló una noticia sobre un feto de ballena formado por dos individuos unidos. Es decir, ballenas siamesas, que se encontraron varadas en una playa. Un caso real que algunos no tardaron en achacar a una mutación radioactiva.
Los siameses, en cualquier especie, son raros pero no algo imposible. Se trata de un fallo durante el desarrollo de los embriones, un par de gemelos que no se separan del todo. No hace falta que haya radiación nuclear para que se den, y de hecho no está nada claro – por no decir otra cosa – que exista alguna relación entre radiación y siameses. Y sin embargo, para muchos internautas la primera opción era responsabilizar a las emisiones de Fukushima de este caso.
Por cierto, la radiación de Fukushima no es tan alta como la mayor parte de la gente se cree. A pesar de las noticias alarmistas, y de lo que se puede leer en muchas webs, a día de hoy los niveles de radiación en zonas alejadas de la central accidentada son casi iguales a los que había antes del desastre. Es cierto que hubo picos de radiación después del fatídico accidente a miles de kilómetros de distancia, pero actualmente ya no se detectan.
No son las únicas historias de radiación que han circulado y ganado notoriedad a raíz de Fukushima. Una noticia sobre la mortandad de salpas – un animal que recuerda a una medusa aunque pertenece al mismo grupo que los vertebrados (filo Chordata) – también dió lugar a un bulo sobre radiación. Incluso a pesar de que los científicos explicaron el motivo, que no es otro que un crecimiento explosivo de la población, lo que hizo que acabasen con los recursos – sobre todo de comida – y provocase su propia extinción local. Explosión de población precisamente durante 2011 y 2012, después del accidente nuclear.
Como último comentario, decir que es muy difícil evitar los alarmismos en Internet. De hecho, son una parte de su encanto y su razón de ser. Pero siempre hay que enfrentarse a las noticias con espíritu crítico, y olvidarnos de los viejos conceptos sobre la radiación. Ni Godzilla ni Hulk son posibles en la realidad.