El espacio puede parecer un lugar lleno de paz y tranquilidad. Sin embargo, un pequeño error de cálculo puede ocasionar el peor de los desastres para cualquier humano que se encuentre en él.
El astronauta italiano de la Estación Espacial Internacional (EEI) Luca Pamitano fue testigo de esto al casi perder la vida tras realizar una de sus misiones.
El hecho ocurrió cuando una fuga de agua en el interior de su casco estuvo a punto de ahogarlo en el espacio, convirtiendo así una sencilla tarea de mantenimiento en una pesadilla.
«Justo cuando pensaba en cómo desenrollar el cable correctamente, siento que algo va mal. La inesperada sensación de agua en mi nuca me sorprende, y estoy en un lugar en el que preferiría que nada me sorprendiera», relató.
En inicio lo que se creyó era que se trataba de líquido procedente del recipiente que utilizan para beber, el cual se encuentra acomplado al traje. No obstante, Parmitano señaló que «el líquido estaba demasiado frío para ser sudor y, lo más importante, sentía que aumentaba».
«El agua había cubierto casi por completo el visor de mi casco. Me di cuenta de que para regresar al comienzo de mi ruta tenía que moverme a posición vertical. Justo cuando me doy la vuelta, ocurren dos cosas: el Sol se pone, empeorando mi visibilidad, y, lo peor, el agua me cubre la nariz. En este momento, la parte superior del casco está por completo cubierta de agua y ni siquiera puedo estar seguro de que la próxima vez que respire será aire lo que llene mis pulmones y no líquido. No puedo ver más allá de unos centímetros frente a mi», agregó el astronauta italiano.
Dentro de toda la desesperación, se dio cuenta que había un cable de seguridad que le sirvió para regresar a la nave. Gracias a las instrucciones de sus colegas, logró llegar a la cámara de despresurización donde esperó tres minutos para que la presión regresara a la normalidad. De haber demorado unos minutos más, probablemente esa habría sido la última misión de Parmitano en el espacio.
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