La mujer le advirtió a su apoderada a que cese el maltrato a la colegiala, quien luego de los contantes ataques ya no quería asistir a la escuela. Sin embargo, la menor no hizo caso y eso obligó a la mujer a tomar medidas drásticas.
Ally compró varias prendas que la menor de diez años jamás utilizaría, luego las colocó en su armario y la obligó a ponérselas para asistir al colegio.
Kaylee aseguró haber llorado la primera vez que vio la nueva ropa y contó que sus compañeros hablaban a sus espaldas y, finalmente, aceptó haber “aprendido la lección”.