Rio, gritó, se metió a la cancha, se sacó el saco, aplaudió, habló, lloró y terminó cantando. Así fueron las casi tres horas más intensas en la vida del argentino Ángel David Comizzo, que pasó por todas las emociones, como en una montaña rusa, para celebrar su primer título como técnico.
Empezó serio, sonriendo irónicamente cuando algún cobro arbitral no le gustaba. Hasta que en el inicio del segundo tiempo no aguantó más y quiso entrar a la cancha reclamando por el juego fuerte de Real Garcilaso. Lo expulsaron, pero no se quiso ir , ‘pechó’ al cuarto asistente, Diego Haro, le recordó toda su generación al juez principal y se fue vociferando: “¿Así quieren ir al Mundial?”.
Se metió al camarín a despojarse de su ropa elegante y reapareció en la tribuna con polo y buzo debajo de una bandera, como un hincha más. Ahí celebró el gol de Galliquio y siguió impartiendo indicaciones desesperadamente.
Cuando Néstor Duarte convirtió el penal definitivo, el DT buscó uno a uno a los jugadores para abrazarlos y hasta se tomó un tiempo para dedicarle una sonrisa a un hincha discapacitado. Y luego, el técnico, que en el año apenas había dado algunas declaraciones a la prensa,sacó todo lo que tenía adentro.
“Hubiera sido injusto no salir campeones. Hicimos 5 goles en dos partidos y nos llevaron a una cancha neutral en altura, a más de tres mil metros. Después de 46 fechas eso es inhumano. Faltaba que los penales los patearan en Irán o en Irak”, sostuvo.
“Le demostramos a ese equipo y a su entrenador que en igualdad de condiciones fuimos mejores. En Lima les pegamos un baile bárbaro. Estos muchachos juegan al fútbol y no tiran pelotazos como Garcilaso. *Un día se van a bajar un avión de tanto pelotazo*”, añadió.
Confeso fanático de los ‘Millonarios’ de su país, realizó una comparación. “Si River Plate es lo más grande de Argentina, la ‘U’ es lo más grande del Perú”, afirmó.
Con su hijo al lado, Ángel se quebró. “Extraño a mis nietos, extraño a mis hijos, son el soporte de mi vida. Pero esto lo vale todo”,señaló entre lágrimas.
Después se secó los ojos y volvió a saltar, a cantar como un fanático más, a soñar con más alegrías.