John F. Kennedy: 50 años del magnicidio

Han pasado 50 años y el magnicidio de John F. Kennedy ocurrido el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, sigue sin resolverse. Según un reciente sondeo, el 60% de estadounidenses cree que fue una conspiración mientras que un 24% cree que el francotirador Lee Harvey Oswald actuó por cuenta propia, y el 16% no está seguro del móvil.

Una semana después del asesinato del trigésimo quinto presidente de Estados Unidos y el primer católico demócrata en llegar a la Casa Blanca, su sucesor Lyndon B. Johnson creó la Comisión Warren para investigar el caso, la cual concluyó que Oswald actuó solo, pero sus conclusiones dieron pie a que se instale la polémica y surjan numerosas teorías conspirativas.

En 1976, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos fue creado para investigar el asesinato de JFK y el de Martin Luther King. Sus indagaciones duraron hasta 1978, y en 1979 emitió el informe final, el cual concluyó que Kennedy fue asesinado como resultado de una conspiración, aunque no identificó a los involucrados. También estableció que fueron cuatro disparos los realizados contra JFK. Diferentes versiones culpan a los servicios secretos, a la CIA, al FBI, a anticastristas, sindicatos nacionales del crimen organizado, entre otros.

EL DISCURSO QUE HIZO QUE LO MATARAN
Damas y caballeros:

La misma palabra “secretismo” es repugnante en una sociedad libre y abierta. Y estamos como colectivo, inherente e históricamente opuestos a sociedades secretas, juramentos secretos y procedimientos secretos.

Para los que nos oponemos en todo el mundo a una conspiración monolítica y despiadada la cual depende de la codicia para expandir un temor infundido a sus influencias, en la infiltración en lugar de la invasión, en la subversión en lugar de las elecciones, en la intimidación en lugar de la libre elección.

Se trata de un sistema que ha reclutado gran cantidad de recursos materiales y humanos en la construcción de una bien unida y eficiente máquina que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas.

Sus preparaciones se ocultan, no se publican.

Sus fallos se entierran, no son titulares.

Sus disidentes son silenciados, no alabados.

No se cuestionan sus gastos, ningún secreto es revelado.

Esto es por lo que el legislador ateniense Solón decretó como crimen que cualquier ciudadano se encogiese ante la controversia.

Les pido a ustedes su ayuda en la gran tarea de informar y alertar a la gente de América, con la confianza de que con su ayuda, el hombre pueda ser lo que nació para ser: Libre e Independiente.