En Argentina se vive una fiebre por el dólar Messi

Hay pocas cosas que apasionen más a los argentinos que el fútbol. Y una de ellas es el dólar. La aparición del término popular “Dólar Messi” parece haber conjugado dos grandes amores patrios, el del codiciado billete estadounidense y el del nombre del delantero estrella del FC Barcelona y del equipo nacional, Lionel Messi.

Esta denominación en realidad no se refiere a otra cosa que el dólar vendido en el mercado ilegal, cuya cotización superó ya los diez pesos -cifra mágica que también porta el futbolista en su camiseta, de ahí su nombre-, un 90% más que su cambio en el mercado oficial, que gira en torno a los 5,22 pesos.

La cotización de esta moneda, a la que los argentinos se han referido tradicionalmente como “dólar blue”, se disparó en las últimas semanas.

“No hay que ser un sabio en economía para darse cuenta que se trata de un tema de la oferta y la demanda”, cuenta Santos, un argentino que desde hace varios años se dedica profesionalmente a comprar y vender dólares en el mercado negro.

“Mis clientes quieren dólares para ahorrar o para sacar la plata en el extranjero, es gente que no confía en su moneda. Siempre existió esta situación, pero ahora es más intenso que nunca”, le dice a BBC Mundo.

RESTRICCIONES
Como cuenta Santos, los argentinos tienen una larga historia de amor con el dólar, la divisa en la que han confiado durante años para ahorrar o comprar inmuebles ante los vaivenes de la economía nacional.

Pero conseguirlos legalmente es más difícil desde 2011, cuando el gobierno argentino tomó una serie de medidas para limitar la venta de dólares con el objetivo de evitar la fuga de capitales del país, que por entonces rondaba los US$20.000 millones.

Y para mantener el equilibrio en sus reservas de divisas, que Argentina utiliza para hacer frente a los pagos de su deuda.

Quien quiera comprar divisa estadounidense para realizar un viaje al extranjero debe acreditar ante las autoridades fiscales que tiene al día su pago de impuestos y que solicita una cantidad razonable en relación a sus ingresos.

Sin embargo, para muchos argentinos, la “desdolarización” de la economía que pretende el gobierno no es compatible con una inflación de entre el 10% (según datos oficiales) y el 25% (según estimaciones de agencias privadas).

“El origen de la subida del tipo de cambio en el mercado paralelo tiene que ver más con la emisión monetaria, que el año pasado rozó el 40%, y la alta inflación”, dice Nicolás Bridger, analista financiero de la consultora Prefinex.

“No hay instrumentos en pesos que sirvan a los ahorradores para minimizar el impacto de la elevada inflación”, añade.

De ahí que muchos opten por el mercado ilegal de dólares que, aún en máximos históricos, sigue pareciendo una opción segura para mantener el poder adquisitivo ante la subida de los precios.

“ESPECULADORES”
Cada día los argentinos despiertan con nuevas recetas que los economistas ofrecen para frenar la escalada del dólar blue o dólar Messi.

Pero el gobierno de Cristina Fernández rechaza las opciones sugeridas, como el fin de las restricciones, la devaluación o el desdoblamiento cambiario.

Defiende su política cambiaria alegando que el nerviosismo por el súbito aumento de la divisa paralela se debe a la especulación de opositores y medios críticos a pocos meses de las elecciones legislativas de Octubre.

En realidad, dice el vicepresidente del país, Amado Boudou, el dólar blue “es una cuestión especulativa, marginal, que tiene que ver con muy poquitos argentinos” y que no está teniendo efectos en el conjunto de la economía.

“Es un valor sin lógica ni regulación, un operador especulativo de alto riesgo para los ahorradores, y tiene un mercado muy pequeño”, coincide Abraham Gak, miembro del llamado Grupo Fénix, un grupo de economistas de tendencia progresista.

“El riesgo de estas operaciones está en que quienes manejan el mercado interno quieran hacer valer sus precios tomando la cotización paralela y no la oficial”, advierte en conversación con BBC Mundo.

“No está tan claro si es o no un mercado pequeño porque no hay datos públicos al respecto, pero en cualquier caso sus efectos son relevantes”, apunta Nicolás Bridger.

“El problema es que están afectando las expectativas y eso influye en la toma de decisiones de los empresarios”, dice.

ÁRBOLES Y CUEVAS
Y mientras pocos se ponen de acuerdo sobre las consecuencias reales de este fenómeno en la economía argentina, en las calles más céntricas de Buenos Aires no cesa el frenesí cambiario.

Aquí florecen las “cuevas”, el corazón del mercado ilegal de divisas. Oficinas disfrazadas de agencias de viaje o consultoras financieras donde mayoristas de la compra y venta de dólar acuden a realizar sus operaciones tras una puerta blindada.

Como Santos, que además opta por prestar el “servicio agregado” de entrega a domicilio a sus clientes más fieles.

“Entras al departamento de alguien que te genere confianza y que ya no quiere ir al centro, entregas la plata y sales sano y salvo con una operación exitosa, con un buen rédito y haciendo felices a las dos partes, al que compra y al que vende”, le dice a BBC Mundo.

Las operaciones son cada vez más discretas, a domicilio, por la sensación generalizada de que en cualquier momento la AFIP, la agencia fiscal a la que muchos compradores de blue parecen temer, pueda intensificar sus inspecciones en cuevas.

Pero basta pasear por el paseo Florida de la capital para escuchar el rumor indisimulado del dólar.

“¡Cambio, cambio!”, se oye en cada esquina de la calle, desde hace años el lugar de trabajo de los “arbolitos”, personas que compran y venden divisas.

Ávidos de turistas que puedan ingresar sus dólares a un circuito negro cada vez más hambriento.

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