No es una cuestión de pasar todo el día trabajando, sino de activar la mente y el cuerpo con la salida del sol e implementar una rutina de bienestar y organización previa al comienzo de la jornada laboral. Esto trae grandes beneficios en términos de proactividad y productividad.
1. Hacen ejercicio
Obvio. ¿No nos hemos cansado de decírtelo? El ejercicio es vital para mantener saludables y activos el cuerpo y la mente. Y hacerlo en las primeras horas de la mañana trae muchos beneficios de productividad, pues te da un impulso de energía extra para el día y una agradable sensación de logro.
2. Planifican las principales obligaciones del día (y de la vida)
Si trabajas 8 horas (o más) de lunes a viernes, te habrás percatado que hay pocos momentos del día en que puedes sentarte a pensar en tus tareas pendientes a largo plazo y tus próximos objetivos a alcanzar. Por eso las primeras horas del día son perfectas para este fin: reflexionas en calma y priorizas con más facilidad.
3. Desayunan bien y sanamente
Trabajar con hambre no ayuda a nadie. Menos sin energía. Por eso es fundamental alimentarse bien en las mañanas, eso hará que el resto del día te mantengas alerta y con energía. Invierte el tiempo necesario para que sea una comida agradable, en compañía de tu familia o allegados, o incluso dentro de una reflexiva y necesaria soledad. Importante, evita consumir estos alimentos para garantizar una dieta sana que te aporte los nutrientes que necesitas.
4. Meditan y visualizan
Es el mejor momento del día para estar en paz y tranquilo y tomarte unos cinco minutos de meditación y de visualización de lo que esperas lograr/conseguir/vivir en los días siguiente. No solo se trata de objetivos profesionales, también de etapas y retos personales. Desde tu relación de pareja hasta tus próximas vacaciones. Es un buen momento, también, para identificar tu estado de ánimo/emocional actual y buscar las vías para mejorarlo o mantenerlo.
5. Comienzan con lo más difícil
Prepárate para que la primera tarea del día sea la menos placentera o la que más exigencia requiere. La mañana es el momento donde tus niveles de energía están más altos, por lo tanto estás mejor preparado para afrontar los obstáculos más complejos. Y, de esta manera, tu horas se irán haciendo cada vez más tranquilas, en concordancia con el desgaste de tu cuerpo, y no al revés. De esta manera, el final de tu jornada laboral es el momento más “relax”. Eso marcará mucho la diferencia en el manejo del estrés y la ansiedad laboral.
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