Aunque en 2014 la Corte de la Haya prohibió la caza de ballenas a Japón, el país asiático continúa con esta práctica alegando “fines científicos”.
El pasado 24 de marzo, cuatro barcos japoneses regresaron a puerto tras una travesía de más de 100 días en los mares de la Antártida donde cazaron 333 ballenas minke, de las cuales 230 eran hembras y un 90% estaban embarazadas. Aunque la misión ha sido duramente criticada en todo el mundo, Japón se niega a renunciar a esta actividad alegando que lo hace con “fines científicos”.
En 1982, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió la caza de ballenas para comerciar su carne, pero mantuvo el permiso para la investigación científica o para la subsistencia de la población aborigen. Japón se acogió a la normativa y continúo cazando ballenas; sin embargo, sus investigaciones han sido muy cuestionadas, sobre todo porque la carne de las ballenas igual termina en el supermercado.
La Agencia de Pesca de Japón defiende el trabajo asegurando que hay datos que solo pueden obtenerse con métodos letales. Además, explica que la carne de ballena termina comercializándose porque la CBI exige que tras los estudios, los restos sean “aprovechados al máximo posible”.
Prohibición de la Corte Internacional de La Haya
En 2014, la Corte Internacional de La Haya determinó que el programa de caza de ballenas japonés no se ajustaba a los fines científicos exigidos por la ley y, por tanto, revocó cualquier licencia relacionada con el proyecto japonés que anualmente capturaba 950 ballenas.
Si bien Japón cumplió y el año pasado no hubo expedición, presentó un nuevo plan que reducía la captura a 333 ballenas al año. Aunque la CBI dijo que la nueva propuesta japonesa “no demostraba la necesidad de un muestreo letal”, admitió “no ser capaz de determinar si los métodos no letales pueden ser usados para lograr ciertos datos”. Japón se aferró a esa declaración y continuó con sus investigaciones.
Cazar ballenas es una tradición muy antigua en Japón
Es necesario precisar que en Japón se cazan ballenas desde hace siglos, pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país estaba en crisis, que la industria ballenera se desarrolló llegando a consumirse unas 200 mil toneladas de carne de ballena al año. Hoy, el consumo se ha reducido a 5 mil toneladas anuales y la industria ballenera subsiste gracias a los subsidios del gobierno japonés.
Pero si el consumo ha caído y la industria ballenera es poco rentable, sin mencionar que afecta a la imagen del país, ¿por qué Japón sigue cazando ballenas? “Es una cuestión de política y soberanía. Muchos burócratas tienen un interés político y presupuestario en que continúe la caza de ballenas. Trabajan junto a un poderoso grupo de parlamentarios japoneses que quieren perpetuar esta práctica”, explica Patrick Ramage del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales (IFAW).
El orgullo nacional también influye. “Los líderes de Japón, como los de la mayoría de países, no quieren que los extranjeros les digan qué tienen que hacer, especialmente en cuanto al principio de acceder sin restricciones a los recursos marinos, algo muy importante en el país por razones geográficas e históricas”, finaliza Ramage.