“Muchas gracias, señor Putin, o líderes separatistas, por el asesinato de mi querida y única hija”, comienza la misiva de Hans Breast, en una carta que ha sido difundida en distintos periódicos locales holandeses.
El padre indicó que su hija que estaba muy ilusionada con la idea de estudiar ingeniería, una vez aprobara los exámenes finales del próximo curso.
Añade que la joven había tomado el fatídico vuelo para ir de vacaciones a Malasia.
“De repente, ella ya no existe. Por culpa de un disparo en un país extranjero donde está teniendo lugar una guerra”, lamenta el padre de la chica.
Dirigiéndose a los responsables del acto, se pregunta si, tras lo ocurrido, serán capaces de mirarse al espejo y de sentirse “orgullosos”.
La despedida, en la que afirma que su vida “está destrozada”, incluye un posdata en el que le dice a Putin que espera al menos que su “intensa conversación” con el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, le haya abierto los ojos y permita facilitar la labor de los investigadores internacionales.