Error 1: Recurrir a las dietas «milagrosas». Las dietas como la de la alcachofa o la de la avena se caracterizan por tener poca variedad de nutrientes y escaso aporte de energía. Lo que sucede es que el cuerpo necesita energía para su correcto funcionamiento, y al no conseguirla a través de la alimentación, utiliza las «reservas de emergencia», que no son esos rollitos imposibles de eliminar, sino los músculos. Entonces, lo que se pierde son básicamente líquidos y masa muscular. Lo más frustrante para aquellos que buscan bajar de peso rápidamente, es que luego de abandonar este tipo de dietas, está comprobado que la persona recupera su peso inicial y, en algunos casos, con algo extra.
Error 2: Abusar del consumo de ensaladas de frutas y jugos. El problema principal de los jugos es que para un vaso se necesita más de una fruta. Por ejemplo, un vaso de jugo de naranja podría contener 3 ó 4 naranjas, y una cantidad de azúcar similar a la de una gaseosa. Además, al ser solo el zumo, la fibra permanece adherida a la cáscara, por lo que no se llegan a aprovechar todos los nutrientes de la fruta. Lo mismo ocurre con las ensaladas de frutas. Un plato contiene varias unidades de fruta, sin contar las calorías extra que aporta la leche condensada, miel y granola. Lo recomendable es consumir de 2 a 3 porciones de fruta al día, de preferencia enteras, y si es posible con cáscara.
Error 3: Usar fajas o buzos térmicos para hacer actividad física. Existe la creencia de que mientras más se transpire, más se bajará de peso. Pero lo único que se logra al abrigarse o colocarse fajas para hacer ejercicio es perder una mayor cantidad de líquidos, que posiblemente afecte el rendimiento físico. Lo que se pierde es agua y sales minerales, pero no grasa. Lo ideal es realizar ejercicio con ropa ligera y cómoda, e hidratarse constantemente. Esto permitirá practicar el ejercicio de la forma adecuada y conseguir mejores resultados.
Error 4: Creer que el pan integral no engorda. Es común pensar que el pan blanco engorda más que el integral. La verdadera diferencia se encuentra en el valor nutricional, pero no en el contenido calórico. El pan blanco se elabora con harina refinada, es decir que el trigo ha pasado por un proceso de molienda (en el que se pierden diversos nutrientes). En cambio, el pan integral es más saludable, pues contiene numerosas vitaminas y minerales que se encuentran en el grano entero. Además, su aporte de fibra contribuye con la regulación de los niveles de colesterol y glucosa, brinda mayor saciedad y evita el estreñimiento. Sin embargo, tanto el pan integral como el pan blanco aportan una cantidad similar de calorías.
Error 5: Pensar que las bebidas no cuentan. Un gran porcentaje de las calorías diarias que ingerimos provienen de las bebidas, pero muchas veces no lo percibimos, pues el líquido no produce tanta saciedad como un alimento sólido. Si sumamos el jugo de naranja del desayuno, la chicha del almuerzo y la gaseosa de la tarde, probablemente habremos ingerido más de 20 cucharaditas de azúcar. Eso sin contar el café extra grande con crema y salsa de chocolate que tomaste con tus amigas o los tragos del fin de semana pasado. Generalmente las bebidas alcohólicas y los refrescos azucarados contienen «calorías vacías», es decir que no tienen valor nutricional y que suelen almacenarse como grasa en el cuerpo. Lo ideal es beber agua pura, refrescos naturales sin azúcar o infusiones.