El hallazgo fue comunicado por el Ministerio de Antigüedades de Egipto. El descubrimiento del faraón desconocido es la primera evidencia firme de la dinastía faraónica, cuya existencia los arqueólogos habían sospechado, pero nunca habían probado. Según los expertos, la dinastía olvidada gobernó un período intermedio, cuando Egipto se dividió en varios reinos locales.
La tumba de Woseribre Senebkay, al parecer, fue saqueada en la antigüedad, dado que algunas de las decoraciones fueron eliminadas. A pesar de que el cuerpo momificado estaba descompuesto y en mal estado, los arqueólogos fueron capaces de reconstruir el esqueleto. Llama la atención que el faraón era bastante alto para su tiempo, de 1,75 metros, y tenía poco más de 40 años en el momento de su muerte.
Luego el equipo descifró los jeroglíficos de la tumba, donde apareció el nombre del faraón. Al principio los arqueólogos estaban muy sorprendidos, ya que el nombre descifrado les era desconocido. Según el líder del equipo, Josef Wegner, «esa era la primera vez que habían oído hablar de este faraón».
El pequeño tamaño de la tumba puede indicar la falta de poder financiero de la dinastía. Algunos contenidos supuestamente fueron tomados de tumbas anteriores. Todo eso pudo haber llevado al famoso arqueólogo británico Flinders Petrie a renunciar a la excavación de la tumba en 1902, al pensar que era poco importante.
El arqueólogo danés Kim Ryholt fue el primero en presentar la teoría de la existencia de la dinastía en 1997. Sin embargo, hasta ahora no se había encontrado ninguna evidencia física que la sustentara. El ministro de Antigüedades egipcio, Mohamed Ibrahim, afirmó que el hallazgo «puede ayudar a revelar más información sobre el contexto político e histórico de esa época».