Vivimos en la época del Fast Food o comida rapida. Hoy la “hora de comer” pasa desapercibida. En el peor de los casos logramos digerir un postre o empanada que nos permite engañar al estomago mientras continuamos desarrollando nuestras actividades laborales.
Pero, detenten un instante y pregúntate. ¿ Cuán buena es tu digestión?
Si uno busca la palabra indigestión en el libro de literatura médica, comer parado no figura.
Si te encuentras de pie haces las cosas más rápido que al estar sentado, es cierto. De ahí la tendencia de algunas compañías de instaurar mesas altas para que las reuniones se hagan de pie mientras se prueba un aperitivo durante la coonferencia, después de que un estudio determinara que las reuniones en las que los asistentes están sentados se demoran un 34% más.
Indigestión ¿Eso sucede por comer demasiado rápido?
Un estadounidense conocido mundialmente como Pete el Furioso se gana la vida comiendo rápido y ostenta cuatro récords Guinness gracias a su capacidad insaciable para digerir los alimentos. Su más reciente marca por devorarse una pizza de 30,5 centímetros es de 41,31 segundos.
Otro campeón del buen diente es el japonés Takeru Kobayashi, quien se comió 58 salchichas en tan solo 10 minutos.
Ninguno de los dos rompe récords sintió indigestión tras su maratónica azaña. Pero ¿rompieron el mito?
El radiólogo Marc Levine, del hospital de la Universidad de Pensilvania, retó con rayos X al estómago de un campeón luego de que se devoró 36 sandwich en 10 minutos.
Resultado: no se indigestó. Un K.O. para la medicina.
El examen con rayos X mostró que el comedor competitivo había entrenado su estómago a tal punto que ya no se sentía lleno cuando comía.
Esto último nos lleva a pensar que el problema sobre el tapete – o sobre el plato – con comer rapido no sea la indigestión sino que se trastorna el mecanismo que usualmente nos hace sentir llenos.
Sin embargo tal afirmación puede ser tan frágil como un algodón de azucar. Algunos estudios anotan a que comer rápido hace que sintamos más hambre, lo que nos lleva a comer más. Pero otros exámenes muestran lo opuesto.
Tras lo descrito, la próxima vez que no cuente con mucho tiempo para acomodarse en una silla y disponerse a comer, no se preocupe tanto por englotonarse con cada cucharada de su, seguramente, exquisito almuerzo. Todo hace indicar que mientras no se sienta enfermo el daño no existe. La mesa está servida. Buen provecho.