Cuando ambos toman la decisión de vivir juntos emprenden una aventura nueva en la relación porque es ahí donde realmente se conocen bien y a fondo.
Es en este momento donde ambos se ven tal cual son, con defectos, manías, costumbres, en la salud y enfermedad y son testigos de sus momentos más íntimos.
Muchas mujeres sienten vergüenza al principio al sentirse expuestas al ser vistas de una forma diferente. Nos referimos a las situaciones cotidianas. Esas que parten de nuestra naturaleza como seres humanos. Pero, ¿están permitidas para una “dama”? Muchas las ocultan, otras las comparten sin tantas vueltas.
Ir al baño y dejar olor. Un gran porcentaje de muchachas se esfuerza por borrar todo tipo de rastros. Sahumerios, aerosoles y ventanas pueden ser sus mejores aliados para salir victoriosas del asunto.
Compartir “sonidos corporales”. A cualquiera se le puede escapar. El problema es cuando esos ruidos se exhiben como un trofeo, como un chiste, como algo imposible de evitar.
Ir al baño con la puerta abierta. Todas conocemos a alguna pareja que lo hace. Usan el baño como una continuidad de la casa, sin separaciones. Pero muchas mujeres sienten vergüenza de hacerlo.
Decirle a tu novio que estás enferma. Parece que no es tan grave. A algunas mujeres les molesta que un hombre las vea comprando un laxante o tomando un yogurcito contra el “tránsito lento”.